jueves, 12 de julio de 2012
"DESDE MI CRUZ HASTA TU SOLEDAD..."
ESPECIALMENTE PARA TÍ:
"DESDE MI CRUZ HASTA TU SOLEDAD..."
Te escribo desde mi Cruz a tu soledad,
a ti, que tantas veces me miràste sin verme
y me oíste sin escucharme...
A ti, que tantas veces prometìste
seguirme de cerca
y sin saber por qué te distanciaste
de las huellas que dejé en el mundo,
para que no te perdieras...
A ti, que no siempre crees que estoy contigo,
que me buscas sin hallarme
y a veces pierdes la fe en encontrarme...
A ti, que a veces piensas que soy un recuerdo
y no comprendes que estoy vivo.
Yo soy el principio y el fin...
Soy el camino para no desviarte,
la verdad para que no te equivoques
y la vida para no morir.
Mi tema preferido es el amor,
que fue mi razón para vivir y para morir.
Yo fui libre hasta el fin...
Tuve un ideal claro
y lo defendí con mi sangre para salvarte.
Fui maestro y servidor...
Soy sensible a la amistad
y hace tiempo que espero que me regales la tuya.
Nadie como yo conoce tu alma,
tus pensamientos, tu proceder,
y sé muy bien lo que vales.
Sé que quizás tu vida
te parezca pobre a los ojos del mundo,
pero Yo sé que tienes mucho para dar,
y estoy seguro que dentro de tu corazón
hay un tesoro escondido...
Conócete a ti mismo
y me harás un lugar a mí.
¡Si supieras cuánto hace
que golpeo las puertas de tu corazón
y no recibo respuesta...!
A veces también me duele que me ignores
y me condenes como Pilatos...
Otras, que me niegues como Pedro,
y que otras tantas me traiciones como Judas.
Y hoy, te pido paciencia, amor,
responsabilidad, tolerancia para tus semejantes,
comprensión para con todos tus hermanos,
compasión para el que sufre,
¡Servicio para todos...!
Quisiera no volver a verte egoísta,
orgulloso, rebelde, disconforme, pesimista...
Desearía que tu vida fuera alegre,
siempre joven y cristiano...
Cada vez que flaquées, búscame y me encontrarás...
Cada vez que te sientas cansado,
háblame, cuéntame...
Cada vez que creas que no sirves para nada
no te deprimas...
No te creas poca cosa,
no olvides que Yo necesité de un asno
para entrar en Jerusalén
y necesito de tu pequeñez
para entrar en el alma de tu prójimo...
Cada vez que te sientas solo en el camino,
no olvides que estoy contigo...
No te canses de pedirme
que Yo no me cansaré de darte...
No te canses de seguirme
que Yo no me cansaré de acompañarte...
¡Nunca te dejaré solo...!
Aquí a tu lado me tienes...
Estoy siempre a tu lado para ayudarte...
Estoy y Soy siempre para amarte...
El mismo amigo, ayer,hoy y siempre:
JESÚS
EL SANTO DE ASÍS, SAN FRANCISCO...:
EJEMPLO DE SANTIDAD...! TODO GRACIAS A SU GRAN PRUDENCIA, SABIDURIA y CARIDAD... SIEMPRE ENAMORADO DE CRISTO, ENAMORADO DE SU CRUZ...
EL SANTO DE ASÍS, SAN FRANCISCO...:
"Bien lo saben cuantos hermanos convivieron con él, qué a diario, qué de continuo traía en sus labios la conversación de Jesús... Qué dulce y suave su diálogo; qué coloquio más tierno y amoroso mantenía. De la abundancia del corazón habla la boca, y la fuente de su amor iluminado que llenaba todas sus entrañas, bullendo saltaba fuera. ¡Qué intimidades las suyas con Jesús! Jesús en el corazón, Jesús en los labios, Jesús en los oídos, Jesús en los ojos, Jesús en las manos, Jesús presente siempre en todos sus miembros... Porque con amor ardiente llevaba y conservaba siempre en su corazón a Jesucristo, y éste Crucificado, fue marcado gloriosamente sobre todos con el sello de Cristo..." (1Celano 115)
En esa obra maestra admirable que es la vida y la persona del Santo de Asís confluyeron tres componentes principales: la gracia, la naturaleza y la propia personalidad, ya presentes en sus primeros 24 años de vida pura e íntegra, pero también vana y disipada. Los tres componentes se entremezclaron luego en sus veinte años de conversión y penitencia, en una creciente tensión espiritual, hasta alcanzar su punto culminante en la transformación mística en Cristo estigmatizado. Fruto de la gracia y de los dones extraordinarios de Dios, sin duda, pero también de su esfuerzo heroico y constante en la práctica de toda virtud humana, moral y social, a la luz del Evangelio de Cristo y al servicio del amor de Dios y del prójimo.
La espiritualidad de San Francisco de Asís es, sobre todo, cristocéntrica y evangélica, afectiva y mística. Francisco, en su contemplación del misterio trinitario, ve sobre todo en la persona del Hijo de Dios encarnado y crucificado al hermano mayor de toda la humanidad, al autor de la salvación, mediador y modelo de nuestra comunión con Dios. Esto lo descubrió ya desde el momento de su conversión. La visión de Cristo crucificado en San Damián, lo marcó de tal modo para toda su vida, que no podía recordar la Pasión del Señor sin que le saltaran las lágrimas y, como dice San Buenaventura, ya desde entonces llevó impresas en su interior las llagas de la pasión. Por tanto, la espiritualidad de San Francisco no es especulativa sino afectiva, y es su compasión por Cristo lo que le empuja a seguirlo y a imitarlo en todo, hasta parecer otro Cristo pobre y crucificado.
Francisco encontraba a Jesucristo pobre y crucificado en los pobres, en los leprosos, en las pruebas, en las iglesias en ruinas y, sobre todo, en la soledad y en el silencio de la oración. Allí, transformado no ya en orante sino "en la oración misma", contemplaba con los ojos de la mente y con el corazón la pobreza en Belén de Cristo y de su madre pobrecilla; la caridad que lo llevó a la cruz por amor nuestro; y su humildad en la Eucaristía, hecho pan en las manos del sacerdote para la vida del mundo.
El gran amor de Dios por la humanidad manifestado en Cristo le hacía vivir en constante alabanza y acción de gracias, bendiciendo a Dios por todas las cosas creadas por Dios, que de él llevan "significación". Y por su "compasión" a Cristo encarnado amaba a toda criatura, animada o inanimada, en especial al hombre redimido con su sangre, y a proclamarlo a los cuatro vientos cual mensajero de su salvación y de su paz, no sólo a los hombres de todo el mundo, cristianos o no, de cualquier clase o condición, sino incluso a los pájaros, al fuego, a los peces, a toda criatura. Y sus palabras no eran estériles, pues eran inspiradas e iban acompañadas por el ejemplo de una vida intachable. Y todo eso, a diferencia de otros movimientos evangélicos de su tiempo, lo vivió desde una fe inquebrantable en la Iglesia católica, en su doctrina y en sus ministros. "Hombre católico y totalmente apostólico, que en su predicación exhortaba, principalmente, a observar inviolablemente la fe de la Iglesia Romana" (Julián de Spira).
San Francisco fue también, desde su conversión, un "penitente", es decir, un hombre en camino de conversión, de regreso a la voluntad del Padre. Mas el regreso no es posible sin penitencia, sin austeridad ni mortificación de los sentidos, sin dar muerte al hombre viejo esclavo de los vicios y pecados. Su ascética fue la práctica y el ejercicio de las virtudes, principalmente las seis virtudes que él llama "hermanas": la reina sabiduría con la pura sencillez, la dama pobreza, con la santa humildad, la señora santa caridad y la santa obediencia. La ascesis lo transformó en un hombre renovado, devuelto a la inocencia original pues, habiendo vencido al pecado, se sentía perdonado y reconciliado con Dios, en paz consigo mismo y en comunión con toda criatura animada o inanimada. De ahí su optimismo y la "verdadera alegría" que lo lleva a componer el Cántico del hermano Sol cuando se estaba quedando ciego, y a recibir cantando a la "Hermana Muerte"...
"Un hombre previsor construye su casa sobre roca..."
PRUDENCIA, SABIDURÍA, AMOR...
PRUDENCIA, SABIDURÍA, AMOR...
Jesús, maestro de autoridad convincente, enseña los "requisitos" para pertenecer a su Reino —¡de amor!— y cuál ha de ser nuestra actitud ante la Ley de Dios. Escuchar realmente la Palabra de Dios implica ponerla por obra. Quien lo haga tendrá prudencia y sabiduría.
El antiguo Israel tenía conciencia de ser un pueblo sabio porque conocía explícitamente la Ley de Dios. Actualmente, se respira un desafecto ante la ley, especialmente si es de Dios o si es "Ley moral". Pero ésta no es una imposición, sino un "don" que nos enseña las "razones" del crecimiento humano y del acercamiento al Creador. Aprendamos de nuestra propia historia: donde se rechaza y/o se desconoce la Ley de Dios se desconoce también la dignidad de la persona humana y fácilmente se la maltrata.
"—Señor, mi Dios, ayúdame a poner por obra tus preceptos para adquirir la verdadera sabiduría de la vida...—"
EL CARACTER VITAL DE LA FE
EL CARACTER VITAL DE LA FE
Jesucristo nos habla del carácter vital de la fe, que no consiste en la simple aceptación de determinados axiomas (o principios) teóricos, sino que es una "semilla" de vida dentro de nosotros. Una semilla!: Algo pequeño, pero vivo, que debe recorrer un camino de crecimiento...
Nuestra fe no es una teoría ni una costumbre aprendida, sino un acontecimiento: Un encuentro con Dios. Ciertamente, la fe en Jesús es "conocimiento", pero es un conocer que nos "compromete". La fe va de la palabra a la idea, pero tiene siempre que regresar de la idea a la palabra y a la acción. La fe no se puede demostrar: es un cambio del ser, y sólo quien cambia la acoge. Es un cambio que hay que hacer todos los días.
"Jesús, conocerte a ti me trae un regalo: Dios está en camino hacia mí. Ayúdame a corresponder a la exigencia que este regalo me plantea: al creer en ti, debo caminar contigo..."
AMÉN
SALVE MARÍA, MADRE DE DIOS
SALVE MARÍA, MADRE DE DIOS
"Salve, María, Madre de Dios, Veneradísimo tesoro de todo el orbe, antorcha inextinguible, corona de la virginidad, trono de la recta doctrina, templo indestructible, habitáculo de aquel que no puede ser contenido en lugar alguno.
Virgen y Madre por quien se nos ha dado el llamado en los Evangelios...: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor....!
Salve, Tú que encerraste en Tu seno virginal al que es inmenso e inabarcable. Tú, por quien la Santísima Trinidad es adorada y glorificada. Tú, por quien la cruz preciosa es celebrada y adorada en todo el mundo. Tú, por quien exulta el cielo, se alegran los ángeles y arcángeles, huyen los demonios, por quien el diablo tentador fue arrojado del cielo, y la criatura, caída por el pecado, es elevada al cielo..."
(San Cirilo de Alejandría) (v.380-v.444)
Defensor del título de María « Théotokos » en el Concilio de Éfeso (431
"DIOS MÍO, TE AMO PERO... ¡ENSÉÑAME A AMAR!"
"DIOS MÍO, TE AMO PERO... ¡ENSÉÑAME A AMAR!"
SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER
26 de Junio del 2012
Josemaría Escrivá de Balaguer, nacido en Barbastro (Huesca) en 1902. Murió en Roma el 26 de junio de 1975. Hijo de José y de Dolores, que se habían casado en 1898 y que tuvieron seis hijos. Decidió hacerse sacerdote diocesano para estar con plena disponibilidad al querer divino sólo intuido. Alternó los estudios de Derecho en la Universidad de Zaragoza con los de Filosofía y Teología en el seminario. Se ordenó sacerdote el 28 de marzo de 1925. El 2 de octubre de 1928 fundó, en Madrid, el Opus Dei, que abre un nuevo camino de santificación en medio del mundo a través del trabajo profesional en el cumplimiento heroico de los deberes personales, familiares y sociales. La misión encomendada era colosal, sólo limitada por la misma extensión del mundo y por sus millones de habitantes. Aquello sólo era posible con una profunda vida interior; hacía falta mucha oración y abundante mortificación. El desarrollo de la labor que Dios quería que hiciera no tenía camino jurídico dentro del organismo de la Iglesia. Era un proyecto universal eminentemente laical, y hasta entonces el derecho eclesiástico se limitaba en lo universal a la regulación de las familias clericales o de religiosos. Desarrolló una prodigiosa actividad , por más de cuarenta años, en medio de numerosas dificultades de todo tipo, donde no faltaron incomprensiones y calumnias; sufrió el recelo de personas . Su enamoramiento de Jesucristo en la Eucaristía, la filial devoción a la Virgen santísima y a san José, y la complicidad de los Ángeles hicieron posible que llevara con fe, alegría y buen humor esta «persecución de los buenos» como él la llamó. La Prelatura del Opus Dei está extendida por los cinco continentes y cientos de miles de fieles acuden a la intercesión de San Josemaría, que dejó, además de sus libros La Abadesa de las Huelgas (estudio histórico-jurídico), Camino, Surco, Forja, Amigos de Dios, Es Cristo que pasa y numerosas Cartas, un millar de hijos suyos sacerdotes a su muerte, y... ¿sabes?, le gustaba bendecir las guitarras de los jóvenes.
El 17 de mayo de 1992, Juan Pablo II beatifica a Josemaría Escrivá de Balaguer. Lo proclama Santo diez años después, el 6 de octubre de 2002, en la plaza de San Pedro, en Roma, ante una gran multitud. «Siguiendo sus huellas», dijo en esa ocasión el Papa en su homilía, «difundid en la sociedad, sin distinción de raza, clase, cultura o edad, la conciencia de que todos estamos llamados a la santidad».
DELICADEZA ANTE NUESTRO SEÑOR....
DELICADEZA ANTE NUESTRO SEÑOR....
El Señor es tajante: "las cosas santas hay que tratarlas santamente" ("Sancta sancte tractanda", decían los clásicos). ¡Necesitamos una nueva educación litúrgica! En la Iglesia Católica el culto es peculiar y santo: es "liturgia", es decir, acción de Cristo en nosotros y con nosotros (Es Jesucristo quien me alimenta con su Cuerpo en la Comunión, etc.). Hemos de recibir con delicadeza este actuar de Dios mismo.
La liturgia es "Obra de Dios", donde Él mismo actúa primero y nosotros somos redimidos con su acción. Debemos disponernos mediante una actitud orante, con disciplina, paz (¡Sin prisas!) y reverencia: ¡Estamos a la vista de Dios! Debemos ser gratos a los ojos divinos incluso en la postura del cuerpo y en la emisión de la voz (El respetuoso tiende a rezar con la palabra "tímida", porque Dios no necesita ser despertado a gritos).
—Jesús, despiértame una comprensión íntima hacia lo sagrado que Tú eres y haz que me sienta atraído hacia Ti. ¡Todo lo demás es secundario si te tengo a Tí en mi corazón...!—
martes, 26 de junio de 2012
DESDE SU LECHO DE ENFERMO Y LLENO DE ESPERANZA EN EL AMOR DE CRISTO JESÚS Y LA TERNURA DE NUESTRA MÁMA : ¡GRACIAS...!
DESDE SU LECHO DE ENFERMO Y LLENO DE ESPERANZA EN EL AMOR DE CRISTO JESÚS Y LA TERNURA DE NUESTRA MÁMA: ¡GRACIAS...!
En uno de los muchísimos e-mails que he intercambiado con mi amado hermano, él me escribió estas letras las cuales me parecieron tan lindas que no pude evitar el compartirlas con todos Uds. gente preciosa que nos ha acompañado con sus oraciones y apoyo espiritual... No tengo palabras para agradecer este cariño de hermanos y oraciones que a través de esta dura prueba nos han demostrado, hecho llegar y sentir...En nombre de mi familia, especialmente en nombre de mi hermano Mario Roberto, a quien le ha llegado a su corazón cada plegaria, pensamiento y buen deseo: ¡GRACIAS! ¡Dios y María Santísima les bendiga grandemente!... Aún se necesita mucha oración... ¡Mil gracias!
Isabel, siempre confiando y apoyada en el INENTENDIBLE AMOR DE JESÚS Y MÁMA MARÍA.
PARA TODO AQUÉL QUE ES MAESTRO...¡DIOS LES BENDIGA!
PARA TODO AQUÉL QUE ES MAESTRO...¡DIOS LES BENDIGA!
De corazón, deseo a todos los Maestros, quienes tienen la noble y bendita tarea de educar y formar al futuro de cada nación, un Felíz Día... Qué Jesús, MAESTRO DE MAESTROS, les ilumine con Su Santo Espíritu, su amor y Su gracia para poder llevar a cabo esta noble misión encomendada. Qué María Santísima, interceda siempre por cada uno porque Nuestro Señor Jesucristo, Su Santísimo Hijo les conceda siempre la sabiduria, la paciencia, la auténtica vocación y el amor que tanto se ...necesita en la formación, basada en altos en valores morales y espirituales así como el gran amor a a Dios, al prójimo y a sí mismo, amor fundamental para amar todo lo demás... ¡Dios les bendiga hoy y siempre!
ORACIÓN DEL MAESTRO:
PERMÍTEME SEÑOR...
Conocer, comprender y educar a todos mis alumnos... Tratarlos con autoridad y firmeza, pero con un gran amor... Señor, que yo guarde siempre el respeto y consideración que cada uno merece por su individualidad como seres únicos, su independencia y libertad; haciéndoles entender que tienen deberes y que, así como ellos son merecedores, los demás: Sus semejantes, merecen lo mismo en retribución a lo que reciben... Ayúdame a formar en mis alumnos, sentimientos de humildad, amor y conciencia para con los demás sin perder por esto la estima que cada uno debe sentir por si mismo... Qué reconozcan en su prójimo las necesidades y sepan ver a travez de, lo que yo puedo transmitirles, Tu rostro y Tu amor... Qué mi amor de Maestro, no sólo transmita conocimientos sino tambien una formación que pueda inculcarles colaboración, ayuda y participación hacía el hermano que más lo necesita...
Recordar siempre que la misión que me has encomendado, aunque difícil es muy bella y la más bendita que pudíste haberme otorgado... ¡Yo, me atrevo a llamarme Maestro y darme este nombre ante Tí que eres el Gran Maestro de Maestros...! Porfavor, conserva en mi Señor, la humildad que siempre debo guardar y que nunca use mi posición para sobrecargarme de autoridad y poder.... Qué yo siempre acepte que, ante cada alumno, tambien yo puedo pasar a vivir este papél y aprender mucho de ellos si pongo la atención y el corazón en cada día de trabajo y labor :"Formar el mundo del mañana".
Ayúdame a oírlos en sus dudas y reclamos, aceptando que, como humano, no soy dueño de la verdad y por lo tanto, puedo fallar y puedo equivocarme.
Señor, que todo sea por el bien de mis alumnos que son mi mayor compromiso ante Tí y ante esta tierra que tanto bien necesita...
¡Ilúminame, Tu Señor, que eres el ejemplo de cada Maestro...!
Gracias Señor Jesús, porque Tu caminas conmigo y porque Máma, me lleva de Su tierno y amoroso brazo para llevar a cada uno de mis alumnos al camino que conduce a Tí..."
RILEGUZ - INENTENDIBLE AMOR DE JESÚS
ORACIÓN DEL MAESTRO:
PERMÍTEME SEÑOR...
Conocer, comprender y educar a todos mis alumnos... Tratarlos con autoridad y firmeza, pero con un gran amor... Señor, que yo guarde siempre el respeto y consideración que cada uno merece por su individualidad como seres únicos, su independencia y libertad; haciéndoles entender que tienen deberes y que, así como ellos son merecedores, los demás: Sus semejantes, merecen lo mismo en retribución a lo que reciben... Ayúdame a formar en mis alumnos, sentimientos de humildad, amor y conciencia para con los demás sin perder por esto la estima que cada uno debe sentir por si mismo... Qué reconozcan en su prójimo las necesidades y sepan ver a travez de, lo que yo puedo transmitirles, Tu rostro y Tu amor... Qué mi amor de Maestro, no sólo transmita conocimientos sino tambien una formación que pueda inculcarles colaboración, ayuda y participación hacía el hermano que más lo necesita...
Recordar siempre que la misión que me has encomendado, aunque difícil es muy bella y la más bendita que pudíste haberme otorgado... ¡Yo, me atrevo a llamarme Maestro y darme este nombre ante Tí que eres el Gran Maestro de Maestros...! Porfavor, conserva en mi Señor, la humildad que siempre debo guardar y que nunca use mi posición para sobrecargarme de autoridad y poder.... Qué yo siempre acepte que, ante cada alumno, tambien yo puedo pasar a vivir este papél y aprender mucho de ellos si pongo la atención y el corazón en cada día de trabajo y labor :"Formar el mundo del mañana".
Ayúdame a oírlos en sus dudas y reclamos, aceptando que, como humano, no soy dueño de la verdad y por lo tanto, puedo fallar y puedo equivocarme.
Señor, que todo sea por el bien de mis alumnos que son mi mayor compromiso ante Tí y ante esta tierra que tanto bien necesita...
¡Ilúminame, Tu Señor, que eres el ejemplo de cada Maestro...!
Gracias Señor Jesús, porque Tu caminas conmigo y porque Máma, me lleva de Su tierno y amoroso brazo para llevar a cada uno de mis alumnos al camino que conduce a Tí..."
RILEGUZ - INENTENDIBLE AMOR DE JESÚS
Martes XII del tiempo ordinario, 26 de Junio del 2012 "todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas"
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO:
Día litúrgico: Martes XII del tiempo ordinario, 26 de Junio del 2012
Texto del Evangelio (Mt 7,6.12-14):
"En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen. Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas. ...Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran»..."
MEDITACIÓN:
A) Hoy, el Señor nos hace tres recomendaciones. La primera, «No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos» (Mt 7,6), contrastes en que los “bienes” son asociados a “perlas” y lo “que es santo”; y, por otro lado, los “perros y puercos” a lo que es impuro. San Juan Crisóstomo nos enseña que «nuestros enemigos son iguales a nosotros en su naturaleza pero no en su fe». A pesar de que los beneficios terrenales son concedidos de igual manera a los dignos e indignos, no es así en lo que se refiere a las “gracias espirituales”, privilegio de aquellos que son fieles a Dios. La correcta distribución de los bienes espirituales implica un celo por las cosas sagradas.
La segunda es la llamada “Regla de oro” (cf. Mt 7,12), que compendiaba todo lo que la Ley y los Profetas recomendaron, tal como ramas de un único árbol: El amor al prójimo presupone el Amor a Dios, y de Él proviene.
Hacer al prójimo lo que queremos que nos hagan implica una transparencia de acciones para con el otro, en el reconocimiento de su semejanza a Dios, de su dignidad. ¿Por qué razón deseamos el Bien para nosotros mismos? Porque lo reconocemos como medio de identificación y unión con el Creador. Siendo el Bien el único medio para la vida en plenitud, es inconcebible su ausencia en nuestra relación con el prójimo. No hay lugar para el bien donde prevalezca la falsedad y predomine el mal.
Por último, la "Puerta estrecha"... El Papa Benedicto XVI nos pregunta: «¿Qué significa esta ‘puerta estrecha’? ¿Por qué muchos no pueden pasar por ella? ¿Es un pasaje reservado para algunos elegidos?». ¡No! El mensaje de Cristo «nos dice que todos podemos entrar en la vida. El pasaje es ‘estrecho’, pero abierto a todos; ‘estrecho’ porque es exigente, requiere compromiso, abnegación, mortificación del propio egoísmo».
Roguemos al Señor que realizó la salvación universal con su muerte y resurrección, que nos reúna a todos en el Banquete de la vida eterna.
Diácono D. Evaldo PINA FILHO (Brasília, Brasil)
B) Hoy, Jesús nos hace tres recomendaciones importantes. No obstante, centraremos nuestra atención en la última: «Entrad por la entrada estrecha» (Mt 7,13), para conseguir la vida plena y ser siempre felices, para evitar ir a la perdición y vernos condenados para siempre.
Si echas un vistazo a tu alrededor y a tu misma existencia, fácilmente comprobarás que todo cuanto vale cuesta, y que lo que tiene un cierto nivel está sujeto a la recomendación del Maestro: como han dicho con gran profundidad los Padres de la Iglesia, «por la cruz se cumplen todos los misterios que contribuyen a nuestra salvación» (San Juan Crisóstomo). Una vez me decía, en el lecho de su agonía, una anciana que había sufrido mucho en su vida: «Padre, quien no saborea la cruz no desea el cielo; sin cruz no hay cielo».
Todo lo dicho contradice a nuestra naturaleza caída, aunque haya sido redimida. Por eso, además de enfrentarnos con nuestro natural modo de ser, tendremos que ir a contracorriente a causa del ambiente de bienestar que se fundamenta en el materialismo y en el goce incontrolado de los sentidos, que buscan —al precio de dejar de ser— tener más y más, obtener el máximo placer.
Siguiendo a Jesús —que ha dicho «Yo soy la luz del mundo. El que me siga no caminará a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8,12)—, nos damos cuenta que el Evangelio no nos condena a una vida oscura, aburrida e infeliz, sino todo lo contrario, pues nos promete y nos da la felicidad verdadera. No hay más que repasar las Bienaventuranzas y mirar a aquellos que, después de entrar por la puerta estrecha, han sido felices y han hecho dichosos a los demás, obteniendo —por su fe y esperanza en Aquel que no defrauda— la recompensa de la abnegación: «El ciento por uno en el presente y la vida eterna en el futuro» (Lc 18,30). El “sí” de María está acompañado por la humildad, la pobreza, la cruz, pero también por el premio a la fidelidad y a la entrega generosa.
Rev. D. Lluís ROQUÉ i Roqué (Manresa, Barcelona, España)
Día litúrgico: Martes XII del tiempo ordinario, 26 de Junio del 2012
Texto del Evangelio (Mt 7,6.12-14):
"En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen. Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas. ...Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran»..."
MEDITACIÓN:
A) Hoy, el Señor nos hace tres recomendaciones. La primera, «No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos» (Mt 7,6), contrastes en que los “bienes” son asociados a “perlas” y lo “que es santo”; y, por otro lado, los “perros y puercos” a lo que es impuro. San Juan Crisóstomo nos enseña que «nuestros enemigos son iguales a nosotros en su naturaleza pero no en su fe». A pesar de que los beneficios terrenales son concedidos de igual manera a los dignos e indignos, no es así en lo que se refiere a las “gracias espirituales”, privilegio de aquellos que son fieles a Dios. La correcta distribución de los bienes espirituales implica un celo por las cosas sagradas.
La segunda es la llamada “Regla de oro” (cf. Mt 7,12), que compendiaba todo lo que la Ley y los Profetas recomendaron, tal como ramas de un único árbol: El amor al prójimo presupone el Amor a Dios, y de Él proviene.
Hacer al prójimo lo que queremos que nos hagan implica una transparencia de acciones para con el otro, en el reconocimiento de su semejanza a Dios, de su dignidad. ¿Por qué razón deseamos el Bien para nosotros mismos? Porque lo reconocemos como medio de identificación y unión con el Creador. Siendo el Bien el único medio para la vida en plenitud, es inconcebible su ausencia en nuestra relación con el prójimo. No hay lugar para el bien donde prevalezca la falsedad y predomine el mal.
Por último, la "Puerta estrecha"... El Papa Benedicto XVI nos pregunta: «¿Qué significa esta ‘puerta estrecha’? ¿Por qué muchos no pueden pasar por ella? ¿Es un pasaje reservado para algunos elegidos?». ¡No! El mensaje de Cristo «nos dice que todos podemos entrar en la vida. El pasaje es ‘estrecho’, pero abierto a todos; ‘estrecho’ porque es exigente, requiere compromiso, abnegación, mortificación del propio egoísmo».
Roguemos al Señor que realizó la salvación universal con su muerte y resurrección, que nos reúna a todos en el Banquete de la vida eterna.
Diácono D. Evaldo PINA FILHO (Brasília, Brasil)
B) Hoy, Jesús nos hace tres recomendaciones importantes. No obstante, centraremos nuestra atención en la última: «Entrad por la entrada estrecha» (Mt 7,13), para conseguir la vida plena y ser siempre felices, para evitar ir a la perdición y vernos condenados para siempre.
Si echas un vistazo a tu alrededor y a tu misma existencia, fácilmente comprobarás que todo cuanto vale cuesta, y que lo que tiene un cierto nivel está sujeto a la recomendación del Maestro: como han dicho con gran profundidad los Padres de la Iglesia, «por la cruz se cumplen todos los misterios que contribuyen a nuestra salvación» (San Juan Crisóstomo). Una vez me decía, en el lecho de su agonía, una anciana que había sufrido mucho en su vida: «Padre, quien no saborea la cruz no desea el cielo; sin cruz no hay cielo».
Todo lo dicho contradice a nuestra naturaleza caída, aunque haya sido redimida. Por eso, además de enfrentarnos con nuestro natural modo de ser, tendremos que ir a contracorriente a causa del ambiente de bienestar que se fundamenta en el materialismo y en el goce incontrolado de los sentidos, que buscan —al precio de dejar de ser— tener más y más, obtener el máximo placer.
Siguiendo a Jesús —que ha dicho «Yo soy la luz del mundo. El que me siga no caminará a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8,12)—, nos damos cuenta que el Evangelio no nos condena a una vida oscura, aburrida e infeliz, sino todo lo contrario, pues nos promete y nos da la felicidad verdadera. No hay más que repasar las Bienaventuranzas y mirar a aquellos que, después de entrar por la puerta estrecha, han sido felices y han hecho dichosos a los demás, obteniendo —por su fe y esperanza en Aquel que no defrauda— la recompensa de la abnegación: «El ciento por uno en el presente y la vida eterna en el futuro» (Lc 18,30). El “sí” de María está acompañado por la humildad, la pobreza, la cruz, pero también por el premio a la fidelidad y a la entrega generosa.
Rev. D. Lluís ROQUÉ i Roqué (Manresa, Barcelona, España)
Día litúrgico: Lunes XII del tiempo ordinario, 25 de Junio del 2012 "No juzguéis, para que no seáis juzgados"
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO:
Día litúrgico: Lunes XII del tiempo ordinario, 25 de Junio del 2012
Texto del Evangelio (Mt 7,1-5):
"En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio ...con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: ‘Deja que te saque la brizna del ojo’, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano»..."
MEDITACIÒN:
Hoy, el Evangelio me ha recordado las palabras de la Mariscala en El caballero de la Rosa, de Hug von Hofmansthal: «En el cómo está la gran diferencia». De cómo hagamos una cosa cambiará mucho el resultado en muchos aspectos de nuestra vida, sobre todo, la espiritual.
Jesús dice: «No juzguéis, para que no seáis juzgados» (Mt 7,1). Pero Jesús también había dicho que hemos de corregir al hermano que está en pecado, y para eso es necesario haber hecho antes algún tipo de juicio. San Pablo mismo en sus escritos juzga a la comunidad de Corinto y san Pedro condena a Ananías y a su esposa por falsedad. A raíz de esto, san Juan Crisóstomo justifica: «Jesús no dice que no hemos de evitar que un pecador deje de pecar, hemos de corregirlo sí, pero no como un enemigo que busca la venganza, sino como el médico que aplica un remedio». El juicio, pues, parece que debiera hacerse sobre todo con ánimo de corregir, nunca con ánimo de venganza.
Pero todavía más interesante es lo que dice san Agustín: «El Señor nos previene de juzgar rápida e injustamente (...). Pensemos, primero, si nosotros no hemos tenido algún pecado semejante; pensemos que somos hombres frágiles, y [juzguemos] siempre con la intención de servir a Dios y no a nosotros». Si cuando vemos los pecados de los hermanos pensamos en los nuestros, no nos pasará, como dice el Evangelio, que con una viga en el ojo queramos sacar la brizna del ojo de nuestro hermano (cf. Mt 7,3).
Si estamos bien formados, veremos las cosas buenas y las malas de los otros, casi de una manera inconsciente: de ello haremos un juicio. Pero el hecho de mirar las faltas de los otros desde los puntos de vista citados nos ayudará en el cómo juzguemos: ayudará a no juzgar por juzgar, o por decir alguna cosa, o para cubrir nuestras deficiencias o, sencillamente, porque todo el mundo lo hace. Y, para acabar, sobre todo tengamos en cuenta las palabras de Jesús: «Con la medida con que midáis se os medirá» (Mt 7,2).
Rev. D. Jordi POU i Sabater (Sant Jordi Desvalls, Girona, España)
Día litúrgico: Lunes XII del tiempo ordinario, 25 de Junio del 2012
Texto del Evangelio (Mt 7,1-5):
"En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio ...con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: ‘Deja que te saque la brizna del ojo’, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano»..."
MEDITACIÒN:
Hoy, el Evangelio me ha recordado las palabras de la Mariscala en El caballero de la Rosa, de Hug von Hofmansthal: «En el cómo está la gran diferencia». De cómo hagamos una cosa cambiará mucho el resultado en muchos aspectos de nuestra vida, sobre todo, la espiritual.
Jesús dice: «No juzguéis, para que no seáis juzgados» (Mt 7,1). Pero Jesús también había dicho que hemos de corregir al hermano que está en pecado, y para eso es necesario haber hecho antes algún tipo de juicio. San Pablo mismo en sus escritos juzga a la comunidad de Corinto y san Pedro condena a Ananías y a su esposa por falsedad. A raíz de esto, san Juan Crisóstomo justifica: «Jesús no dice que no hemos de evitar que un pecador deje de pecar, hemos de corregirlo sí, pero no como un enemigo que busca la venganza, sino como el médico que aplica un remedio». El juicio, pues, parece que debiera hacerse sobre todo con ánimo de corregir, nunca con ánimo de venganza.
Pero todavía más interesante es lo que dice san Agustín: «El Señor nos previene de juzgar rápida e injustamente (...). Pensemos, primero, si nosotros no hemos tenido algún pecado semejante; pensemos que somos hombres frágiles, y [juzguemos] siempre con la intención de servir a Dios y no a nosotros». Si cuando vemos los pecados de los hermanos pensamos en los nuestros, no nos pasará, como dice el Evangelio, que con una viga en el ojo queramos sacar la brizna del ojo de nuestro hermano (cf. Mt 7,3).
Si estamos bien formados, veremos las cosas buenas y las malas de los otros, casi de una manera inconsciente: de ello haremos un juicio. Pero el hecho de mirar las faltas de los otros desde los puntos de vista citados nos ayudará en el cómo juzguemos: ayudará a no juzgar por juzgar, o por decir alguna cosa, o para cubrir nuestras deficiencias o, sencillamente, porque todo el mundo lo hace. Y, para acabar, sobre todo tengamos en cuenta las palabras de Jesús: «Con la medida con que midáis se os medirá» (Mt 7,2).
Rev. D. Jordi POU i Sabater (Sant Jordi Desvalls, Girona, España)
Gloria a Tí, Padre generoso y bueno...¡GRACIAS!
"Padre bueno, generoso,
cuántas veces me sorprendes
pues me das, sin yo pedirlo,
mucho más de lo que espero.
No te importan las flaquezas
de mi frágil condición
... para llenar, al instante,
de dicha mi corazón.
Cuando me asaltan temores,
generoso los apartas
y transforma mis angustias
en gozo reparador.
Son la gracia y la abundancia
que nos das en abundancia
dos atributos palpables
de tu manera de ser.
Calmas la sed del sediento,
al enfermo das salud,
consuelo al afligido
y al extraviado tu luz.
Gloria a ti, Padre del cielo,
por tu consecuente entrega
y por tu generosidad
para el que sufre en silencio
o aquél que intranquilo está,
pues das a su boca risa
y a su alma brindas paz..."
(Autor:Alberto Vásquez Díaz.)
cuántas veces me sorprendes
pues me das, sin yo pedirlo,
mucho más de lo que espero.
No te importan las flaquezas
de mi frágil condición
... para llenar, al instante,
de dicha mi corazón.
Cuando me asaltan temores,
generoso los apartas
y transforma mis angustias
en gozo reparador.
Son la gracia y la abundancia
que nos das en abundancia
dos atributos palpables
de tu manera de ser.
Calmas la sed del sediento,
al enfermo das salud,
consuelo al afligido
y al extraviado tu luz.
Gloria a ti, Padre del cielo,
por tu consecuente entrega
y por tu generosidad
para el que sufre en silencio
o aquél que intranquilo está,
pues das a su boca risa
y a su alma brindas paz..."
(Autor:Alberto Vásquez Díaz.)
Día litúrgico: Domingo,24 de Junio del 2012: EL NACIMIENTO DE JUAN EL BAUTISTA
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO:
Día litúrgico: Domingo,24 de Junio del 2012:
EL NACIMIENTO DE JUAN EL BAUTISTA.
Texto del Evangelio (Lc 1,57-66.80):
"Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parient...es que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: ‘Juan es su nombre’. Y todos quedaron admirados.
Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él. El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel..."
MEDITACIÓN:
Hoy, celebramos solemnemente el nacimiento del Bautista. San Juan es un hombre de grandes contrastes: vive el silencio del desierto, pero desde allí mueve las masas y las invita con voz convincente a la conversión; es humilde para reconocer que él tan sólo es la voz, no la Palabra, pero no tiene pelos en la lengua y es capaz de acusar y denunciar las injusticias incluso a los mismos reyes; invita a sus discípulos a ir hacia Jesús, pero no rechaza conversar con el rey Herodes mientras está en prisión. Silencioso y humilde, es también valiente y decidido hasta derramar su sangre. ¡Juan Bautista es un gran hombre!, el mayor de los nacidos de mujer, así lo elogiará Jesús; pero solamente es el precursor de Cristo.
Quizás el secreto de su grandeza está en su conciencia de saberse elegido por Dios; así lo expresa el evangelista: «El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel» (Lc 1,80). Toda su niñez y juventud estuvo marcada por la conciencia de su misión: dar testimonio; y lo hace bautizando a Cristo en el Jordán, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto y, al final de su vida, derramando su sangre en favor de la verdad. Con nuestro conocimiento de Juan, podemos responder a la pregunta de sus contemporáneos: «¿Qué será este niño?» (Lc 1,66).
Todos nosotros, por el bautismo, hemos sido elegidos y enviados a dar testimonio del Señor. En un ambiente de indiferencia, san Juan es modelo y ayuda para nosotros; san Agustín nos dice: «Admira a Juan cuanto te sea posible, pues lo que admiras aprovecha a Cristo. Aprovecha a Cristo, repito, no porqué tú le ofrezcas algo a Él, sino para progresar tú en Él». En Juan, sus actitudes de Precursor, manifestadas en su oración atenta al Espíritu, en su fortaleza y su humildad, nos ayudan a abrir horizontes nuevos de santidad para nosotros y para nuestros hermanos...
Rev. D. Joan MARTÍNEZ Porcel (Barcelona, España)
Día litúrgico: Domingo,24 de Junio del 2012:
EL NACIMIENTO DE JUAN EL BAUTISTA.
Texto del Evangelio (Lc 1,57-66.80):
"Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parient...es que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: ‘Juan es su nombre’. Y todos quedaron admirados.
Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él. El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel..."
MEDITACIÓN:
Hoy, celebramos solemnemente el nacimiento del Bautista. San Juan es un hombre de grandes contrastes: vive el silencio del desierto, pero desde allí mueve las masas y las invita con voz convincente a la conversión; es humilde para reconocer que él tan sólo es la voz, no la Palabra, pero no tiene pelos en la lengua y es capaz de acusar y denunciar las injusticias incluso a los mismos reyes; invita a sus discípulos a ir hacia Jesús, pero no rechaza conversar con el rey Herodes mientras está en prisión. Silencioso y humilde, es también valiente y decidido hasta derramar su sangre. ¡Juan Bautista es un gran hombre!, el mayor de los nacidos de mujer, así lo elogiará Jesús; pero solamente es el precursor de Cristo.
Quizás el secreto de su grandeza está en su conciencia de saberse elegido por Dios; así lo expresa el evangelista: «El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel» (Lc 1,80). Toda su niñez y juventud estuvo marcada por la conciencia de su misión: dar testimonio; y lo hace bautizando a Cristo en el Jordán, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto y, al final de su vida, derramando su sangre en favor de la verdad. Con nuestro conocimiento de Juan, podemos responder a la pregunta de sus contemporáneos: «¿Qué será este niño?» (Lc 1,66).
Todos nosotros, por el bautismo, hemos sido elegidos y enviados a dar testimonio del Señor. En un ambiente de indiferencia, san Juan es modelo y ayuda para nosotros; san Agustín nos dice: «Admira a Juan cuanto te sea posible, pues lo que admiras aprovecha a Cristo. Aprovecha a Cristo, repito, no porqué tú le ofrezcas algo a Él, sino para progresar tú en Él». En Juan, sus actitudes de Precursor, manifestadas en su oración atenta al Espíritu, en su fortaleza y su humildad, nos ayudan a abrir horizontes nuevos de santidad para nosotros y para nuestros hermanos...
Rev. D. Joan MARTÍNEZ Porcel (Barcelona, España)
Día litúrgico: Sábado XI del tiempo ordinario, 23 de Junio del 2012 "Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo."
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO
Día litúrgico: Sábado XI del tiempo ordinario, 23 de Junio del 2012
Texto del Evangelio (Mt 6,24-34):
"En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida?
»Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal»..."
MEDITACIÓN:
Hoy, Jesús nos dice: «No podéis servir a Dios y al dinero» (Mt 6,24). Con estas palabras nos enfrenta a nuestra inseguridad, que procuramos paliar con el apoyo en la tranquilidad de tener no sólo lo necesario, sino lo que nos apetece, lo cual nos lleva a consumir y malgastar.
«Que lo oiga el avaro; que lo oiga el que piensa que, llamándose cristiano, puede servir al mismo tiempo a las riquezas y a Cristo. Sin embargo, no dijo: el que tiene riquezas, sino el que sirve a las riquezas; el que es esclavo de las riquezas y las guarda como un esclavo; pero el que ha sacudido el yugo de la esclavitud, las distribuye como señor» (San Jerónimo).
Como en las bienaventuranzas —o en otro pasaje clave, como el del mandato nuevo (Jn 13,34-35)—, hoy el Señor nos invita a una decisión por la confianza ilimitada en un Padre que se nos da como providencia, por la búsqueda del Reino de justicia, paz y alegría, por una verdadera pobreza interior del alma, que se vuelve una y otra vez con “gemidos inenarrables” (cf. Rom 8,26) a Quien únicamente puede saciar nuestro anhelo de plenitud y eternidad. Desde este desasimiento, desde esta precariedad asumida conscientemente, ponemos toda nuestra esperanza en el seguimiento de Cristo.
Dejando el pasado en el perdón de Dios y ahuyentando temores y preocupaciones por un futuro que todavía no ha llegado, Jesús nos invita a vivir el día de “hoy”, que es lo único que ahora tenemos. Y en este “hoy” Él se nos da como pan que acompaña el día. «Sólo el presente nos pertenece, siendo incierta la esperanza del futuro (...). Bástale a cada día su propia malicia. ¿Por qué angustiarnos por el mañana?» (San Gregorio de Nisa).
Rev. D. Carles ELÍAS i Cao (Barcelona, España)
Día litúrgico: Sábado XI del tiempo ordinario, 23 de Junio del 2012
Texto del Evangelio (Mt 6,24-34):
"En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida?
»Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal»..."
MEDITACIÓN:
Hoy, Jesús nos dice: «No podéis servir a Dios y al dinero» (Mt 6,24). Con estas palabras nos enfrenta a nuestra inseguridad, que procuramos paliar con el apoyo en la tranquilidad de tener no sólo lo necesario, sino lo que nos apetece, lo cual nos lleva a consumir y malgastar.
«Que lo oiga el avaro; que lo oiga el que piensa que, llamándose cristiano, puede servir al mismo tiempo a las riquezas y a Cristo. Sin embargo, no dijo: el que tiene riquezas, sino el que sirve a las riquezas; el que es esclavo de las riquezas y las guarda como un esclavo; pero el que ha sacudido el yugo de la esclavitud, las distribuye como señor» (San Jerónimo).
Como en las bienaventuranzas —o en otro pasaje clave, como el del mandato nuevo (Jn 13,34-35)—, hoy el Señor nos invita a una decisión por la confianza ilimitada en un Padre que se nos da como providencia, por la búsqueda del Reino de justicia, paz y alegría, por una verdadera pobreza interior del alma, que se vuelve una y otra vez con “gemidos inenarrables” (cf. Rom 8,26) a Quien únicamente puede saciar nuestro anhelo de plenitud y eternidad. Desde este desasimiento, desde esta precariedad asumida conscientemente, ponemos toda nuestra esperanza en el seguimiento de Cristo.
Dejando el pasado en el perdón de Dios y ahuyentando temores y preocupaciones por un futuro que todavía no ha llegado, Jesús nos invita a vivir el día de “hoy”, que es lo único que ahora tenemos. Y en este “hoy” Él se nos da como pan que acompaña el día. «Sólo el presente nos pertenece, siendo incierta la esperanza del futuro (...). Bástale a cada día su propia malicia. ¿Por qué angustiarnos por el mañana?» (San Gregorio de Nisa).
Rev. D. Carles ELÍAS i Cao (Barcelona, España)
SALVE REGINA...(DIOS TE SALVE REINA Y MADRE...)
SALVE REGINA...(DIOS TE SALVE REINA Y MADRE...)
Con mucha frecuencia nos dirigimos a María con la tradicional “Salve Regina” o “Dios te salve, reina y madre de misericordia”. La costumbre y el ritmo del rezo nos impiden descubrir la magia q...ue esta plegaria contiene. A veces conviene detenerse, meditar cada una de las palabras y de las frases. Es entonces cuando cada uno de nosotros puede contemplar a María desde una perspectiva nueva. Por eso, os invito a acompañarme en esta contemplación.
El Saludo: salve!
La “Salve Regina” es, ante todo, un saludo a María. No creemos en su muerte, en su ausencia definitiva. Ni siquiera pensamos que dirigirnos a ella sea una pura imaginación poética. La saludamos como a un personaje viviente, extremadamente vivo.
El saludo es siempre el comienzo de un encuentro. Saludar es, ante todo, hacerse presente. Realizar un acto de presencia. Aquí estoy. Aquí estoy para encontrarme contigo, para llamar tu atención. Con el saludo comenzamos nuestras conversaciones telefónicas. Con el saludo llamamos la atención de aquella persona que nos importa. Saludamos a María como alguien de quien queremos obtener su atención y alguien, ante quien, deseamos presentarnos, hacer acto de presencia. Así se inicia el encuentro.
Es verdad, también, que en nuestro saludo, como muy bien dice la palabra castellana, hay un deseo de vida plena. Saludo viene de “salud”. En latín, “salve” tiene el mismo significado: salvación, vida salvada, o deseo de salud. Es bellísimo el encuentro saludo, porque dos vidas se desean mutuamente la vida.
El encuentro con María se realiza siempre simbólicamente. No aparece ella misma. Tenemos casi siempre ante nuestros ojos una imagen real o virtual. Pensamos en ella ante el esplendor o belleza de una imagen: la virgen del Pilar, de Guadalupe, la virgen del Rocío. Tenemos, al mismo tiempo la convicción, de que ella está ahí, al otro lado del misterio. Suponemos que nuestro saludo es respondido, correspondido por ella.
La identidad de María, celebrada
En la Salve hay como un exceso amoroso de títulos con los cuales María es saludada o incluso piropeada:
• reina
• madre de misericordia
• vida
• dulzura
• esperanza nuestra
• abogada nuestra
• clemente
• piadosa
• dulce virgen
• María
Nueve o diez expresiones reflejan la identidad en ella celebrada. María es reconocida como Reina. Sabemos la importancia que tiene en los relatos míticos, legendarios, la Reina, la Reina-madre. Ella fue antes princesa. Las princesas de los cuentos nos suelen emocionar con sus historias. Cuando acaba su aventura, un príncipe suele desposarlas. Son felices. Y se convierten en Reinas. María fue esa princesita, escogida por el mismo Dios, para convertirse en Reina, en Reina-Madre. De ella nació el más esplendoroso vástago y rey. Jesús-rey, el Hijo de Dios, el hijo de David, cuyo reino no tendría fin.
Encontrarse con la Reina es todo un privilegio, un regalo. Es encontrarse con el seno materno, con la fuente de la vida y de la prosperidad. Se decía que en las más antiguas monarquías, si importante era la Esposa del Rey, más importante aún era la Reina-Madre. Ante ella siempre el rey se postraba. Ante ella, todos se postraban. Es casi como una manifestación teofánica de lo divino.
María es la Reina Madre que con Jesús huye a Egipto, para que Herodes no mate al rey heredero. Ella es la Reina-Madre que presenta a Jesús a los Magos para que lo adoren y a los pastores. Ella es la Reina-Madre humilde, sencilla, que nunca busca el lujo, el privilegio, sino que está muy cerca, muy cerca del pueblo, de los sencillos. Cuando ella se hace presente, todos respiran, se tranquilizan, esperan.
La gran característica de la Reina Madre es ser “madre de misericordia”. “Cordia” y “miseri” son dos palabras que hablar del corazón y de la miseria. El corazón volcado, orientado hacia la miseria, hacia los miserables. La madre Reina es misericordiosa, tiene un corazón proclive hacia los más necesitados. No busca las élites, la high society. Es la madre preocupada por los últimos, por los desheredados, por los sin casa. Los ojos de la Reina-Madre son por eso, misericordiosos. Tienden a posarse amorosamente en aquellos que no cuentan, que pasan desapercibidos, a quienes nadie atiende, ni mira. Se suele decir que como seres vivientes vivimos, pero como seres humanos existimos. Para existir se necesita algo muy importante: no se existe solo porque tenemos vida, vida biológica, se existe cuando vivimos “ante la mirada del otro”. Es la mirada del otro la que nos concede el don de la existencia. María, la Madre-Reina hace existir a todo aquel que es necesitado, marginado, olvidado. Sus ojos llegan a todos, captan a todos. Ante la Madre nadie pasa desapercibido. Ante ella, todos adquirimos existencia. Ante ella nadie está solo.
La gran característica de la Madre es ser fuente de vida. Fuente de Jesús, esa Vida exuberante e inigualable. Jesús que dijo “Yo soy la Vida”, tenía como fuente de su ser al Espíritu Santo y María: “Soy de la Virgen María y del Espíritu Santo”, canta uno de nuestros más famosos villancicos. Por eso, a María, la llamamos “vida”. Hay una preciosa canción polifónica renacentista de Juan de la Encina (1468-1530) que dice así: “¿A quién debo yo llamar vida mía, sino a ti Virgen María”.
María es la fuente de vida, no solo de Jesús. Es vivificante también para nosotros.
Los desterrados hijos de Eva
La Salve se fija en la situación desgraciada en que nos encontramos muchas veces. El “valle de lágrimas” es un lugar en que nos encontramos cercados por los muros que nos aíslan, que nos encarcelan: allí donde no quisiéramos estar, donde compartimos el sufrimiento, las penas, las desdichas. Nos vemos sorprendidos, casi todos los días, por “malas noticias”, por experiencias de fracaso, de despedida… La vida de no pocas personas en la tierra, está plagada de “malas noticias”, porque viven en pobreza, porque padecen enfermedades crónicas, porque no tienen libertad…. ¡Valle de lágrimas!
Recurrimos a María, desde esta situación, clamando a ella, gimiendo y llorando en este “valle de lágrimas”. Es tal vez una visión demasiado pesimista de la existencia. Pero ¿no estarán llorando hoy las familias que han perdido a sus hijos o esposos o padres -soldados, cuyo avión se estrelló, cuando venían de una misión de paz? ¿No llorarán las víctimas y familiares del terremoto de Italia, de los atentados en las Iglesias de Nigeria, de la crisis económica que se extiende, las víctimas del terror? ¿No llorarán quienes se encuentran la división en la familia, el odio en el trabajo, el desprecio en la vida ordinaria?
Ante María nos presentamos como “desterrados”, “hijos de Eva”. Este valle de lágrimas y suspiros es un destierro, no es nuestra patria. Es un lugar fuera de casa… un lugar perverso, no-lugar. Por el pecado de Eva, y de Adán, fuimos expulsados de la casa paradisíaca. Y desde entonces vivimos en el valle del destierro. Somos herederos de una maldición. Desde esta tierra evocamos a nuestra primera madre, Eva. Pero, también desde esta tierra de destierro volvemos los ojos y los clamores a la nueva Eva. A ella clamamos. Ella puede liberarnos.
Los ojos de María
Pedimos a María que fije sus ojos en nosotros. Sus ojos destilan misericordia. Ese es su color, su identidad, su aroma: ¡ojos misericordiosos! Aquella que halló gracia a los ojos de Dios, tiene gracia y misericordia en sus ojos. Su mirada es capaz de restaurarnos, de devolvernos la vida, la esperanza, el consuelo.
“¡Vuelve a nosotros esos tus ojos!”. Es como si María tuviera sus ojos vueltos hacia otra parte, hacia su Dios, hacia su Hijo. Es como si María tuviera los ojos encendidos en el fuego del Espíritu y se olvidara de nuestra situación. ¿Qué le ocurrirá a María, por qué no dirige a nosotros sus ojos? Podríamos muy bien pensar que María oculta sus ojos porque llora.
El pueblo, y cada uno de nosotros, que esto percibimos, le pedimos que vuelva a nosotros sus ojos, su mirada. Pero no sólo sus ojos, sino “esos tus ojos misericordiosos”. Le suplicamos una mirada comprensiva, amorosa, reconciliadora.
María es Consuelo, Vida. Recurrir a ella es encontrar razones para vivir, para seguir viviendo.
Abogada nuestra
Ella es abogada. Evocamos a esas jóvenes abogadas de hoy, ejecutivas, activas, intuitivas, cercanas a las causas de los pobres y marginados. María es nuestra. Nuestra abogada. Aboga por nosotros cuando estamos como perdidos, cuando el mal nos afecta e incluso cuando somos culpables. Ella es misericordiosa, amorosa, clemente, inteligente.
¡Muéstranos a Jesús!
Desde que se formuló el Ave María se le pide a ella que ruegue por nosotros “ahora y en la hora de nuestra muerte”. Se tiene la convicción de que María intercede por quien recurre a ella. Y que esa intercesión será especialmente valiosa e intensa en el momento de la muerte. Sabe el creyente que María no lo abandonará en ese momento de Pascua, de Tránsito. Que al igual que estuvo presente junto a la Cruz de Jesús en su Pascua, estará presente en todos los “pasos” de la vida de sus hijos e hijas, de las personas que se entregan a ella con amor.
En la Salve se da un paso más, en la súplica. Ya no se pide únicamente a María su presencia en el momento de la muerte, sino que “después de este destierro”, nos muestre a Jesús, “fruto bendito de su vientre”. Aquí se expresa que hay una continuidad entre el tiempo y la eternidad. Esperamos que exista esa continuidad. Y que la muerte no interrumpa las relaciones, sino que las potencie.
Con María el cielo se hace más familiar, más cercano. El creyente desea que en el cielo siga ejerciendo la función que ella ha ejercido en su experiencia.
No quisiéramos un cielo totalmente desconectado de la tierra. Quisiéramos que aquello que nos anticipa el cielo en la tierra, sea prolongado en el cielo. No quisiéramos que el cielo fuera un borrón y cuenta nueva. Si María nos ha mostrado a Jesús aquí abajo, que nos lo muestre también allá arriba, en el cielo.
Si decir “te quiero” es decir “tú no morirás”, si la fe en la resurrección tiene mucho que ver con la experiencia del amor, es obvio que la devoción amorosa a María es un grito de resurrección, un clamor de ascensión y glorificación...
(FUENTE: CiudadRedonda.com)
Con mucha frecuencia nos dirigimos a María con la tradicional “Salve Regina” o “Dios te salve, reina y madre de misericordia”. La costumbre y el ritmo del rezo nos impiden descubrir la magia q...ue esta plegaria contiene. A veces conviene detenerse, meditar cada una de las palabras y de las frases. Es entonces cuando cada uno de nosotros puede contemplar a María desde una perspectiva nueva. Por eso, os invito a acompañarme en esta contemplación.
El Saludo: salve!
La “Salve Regina” es, ante todo, un saludo a María. No creemos en su muerte, en su ausencia definitiva. Ni siquiera pensamos que dirigirnos a ella sea una pura imaginación poética. La saludamos como a un personaje viviente, extremadamente vivo.
El saludo es siempre el comienzo de un encuentro. Saludar es, ante todo, hacerse presente. Realizar un acto de presencia. Aquí estoy. Aquí estoy para encontrarme contigo, para llamar tu atención. Con el saludo comenzamos nuestras conversaciones telefónicas. Con el saludo llamamos la atención de aquella persona que nos importa. Saludamos a María como alguien de quien queremos obtener su atención y alguien, ante quien, deseamos presentarnos, hacer acto de presencia. Así se inicia el encuentro.
Es verdad, también, que en nuestro saludo, como muy bien dice la palabra castellana, hay un deseo de vida plena. Saludo viene de “salud”. En latín, “salve” tiene el mismo significado: salvación, vida salvada, o deseo de salud. Es bellísimo el encuentro saludo, porque dos vidas se desean mutuamente la vida.
El encuentro con María se realiza siempre simbólicamente. No aparece ella misma. Tenemos casi siempre ante nuestros ojos una imagen real o virtual. Pensamos en ella ante el esplendor o belleza de una imagen: la virgen del Pilar, de Guadalupe, la virgen del Rocío. Tenemos, al mismo tiempo la convicción, de que ella está ahí, al otro lado del misterio. Suponemos que nuestro saludo es respondido, correspondido por ella.
La identidad de María, celebrada
En la Salve hay como un exceso amoroso de títulos con los cuales María es saludada o incluso piropeada:
• reina
• madre de misericordia
• vida
• dulzura
• esperanza nuestra
• abogada nuestra
• clemente
• piadosa
• dulce virgen
• María
Nueve o diez expresiones reflejan la identidad en ella celebrada. María es reconocida como Reina. Sabemos la importancia que tiene en los relatos míticos, legendarios, la Reina, la Reina-madre. Ella fue antes princesa. Las princesas de los cuentos nos suelen emocionar con sus historias. Cuando acaba su aventura, un príncipe suele desposarlas. Son felices. Y se convierten en Reinas. María fue esa princesita, escogida por el mismo Dios, para convertirse en Reina, en Reina-Madre. De ella nació el más esplendoroso vástago y rey. Jesús-rey, el Hijo de Dios, el hijo de David, cuyo reino no tendría fin.
Encontrarse con la Reina es todo un privilegio, un regalo. Es encontrarse con el seno materno, con la fuente de la vida y de la prosperidad. Se decía que en las más antiguas monarquías, si importante era la Esposa del Rey, más importante aún era la Reina-Madre. Ante ella siempre el rey se postraba. Ante ella, todos se postraban. Es casi como una manifestación teofánica de lo divino.
María es la Reina Madre que con Jesús huye a Egipto, para que Herodes no mate al rey heredero. Ella es la Reina-Madre que presenta a Jesús a los Magos para que lo adoren y a los pastores. Ella es la Reina-Madre humilde, sencilla, que nunca busca el lujo, el privilegio, sino que está muy cerca, muy cerca del pueblo, de los sencillos. Cuando ella se hace presente, todos respiran, se tranquilizan, esperan.
La gran característica de la Reina Madre es ser “madre de misericordia”. “Cordia” y “miseri” son dos palabras que hablar del corazón y de la miseria. El corazón volcado, orientado hacia la miseria, hacia los miserables. La madre Reina es misericordiosa, tiene un corazón proclive hacia los más necesitados. No busca las élites, la high society. Es la madre preocupada por los últimos, por los desheredados, por los sin casa. Los ojos de la Reina-Madre son por eso, misericordiosos. Tienden a posarse amorosamente en aquellos que no cuentan, que pasan desapercibidos, a quienes nadie atiende, ni mira. Se suele decir que como seres vivientes vivimos, pero como seres humanos existimos. Para existir se necesita algo muy importante: no se existe solo porque tenemos vida, vida biológica, se existe cuando vivimos “ante la mirada del otro”. Es la mirada del otro la que nos concede el don de la existencia. María, la Madre-Reina hace existir a todo aquel que es necesitado, marginado, olvidado. Sus ojos llegan a todos, captan a todos. Ante la Madre nadie pasa desapercibido. Ante ella, todos adquirimos existencia. Ante ella nadie está solo.
La gran característica de la Madre es ser fuente de vida. Fuente de Jesús, esa Vida exuberante e inigualable. Jesús que dijo “Yo soy la Vida”, tenía como fuente de su ser al Espíritu Santo y María: “Soy de la Virgen María y del Espíritu Santo”, canta uno de nuestros más famosos villancicos. Por eso, a María, la llamamos “vida”. Hay una preciosa canción polifónica renacentista de Juan de la Encina (1468-1530) que dice así: “¿A quién debo yo llamar vida mía, sino a ti Virgen María”.
María es la fuente de vida, no solo de Jesús. Es vivificante también para nosotros.
Los desterrados hijos de Eva
La Salve se fija en la situación desgraciada en que nos encontramos muchas veces. El “valle de lágrimas” es un lugar en que nos encontramos cercados por los muros que nos aíslan, que nos encarcelan: allí donde no quisiéramos estar, donde compartimos el sufrimiento, las penas, las desdichas. Nos vemos sorprendidos, casi todos los días, por “malas noticias”, por experiencias de fracaso, de despedida… La vida de no pocas personas en la tierra, está plagada de “malas noticias”, porque viven en pobreza, porque padecen enfermedades crónicas, porque no tienen libertad…. ¡Valle de lágrimas!
Recurrimos a María, desde esta situación, clamando a ella, gimiendo y llorando en este “valle de lágrimas”. Es tal vez una visión demasiado pesimista de la existencia. Pero ¿no estarán llorando hoy las familias que han perdido a sus hijos o esposos o padres -soldados, cuyo avión se estrelló, cuando venían de una misión de paz? ¿No llorarán las víctimas y familiares del terremoto de Italia, de los atentados en las Iglesias de Nigeria, de la crisis económica que se extiende, las víctimas del terror? ¿No llorarán quienes se encuentran la división en la familia, el odio en el trabajo, el desprecio en la vida ordinaria?
Ante María nos presentamos como “desterrados”, “hijos de Eva”. Este valle de lágrimas y suspiros es un destierro, no es nuestra patria. Es un lugar fuera de casa… un lugar perverso, no-lugar. Por el pecado de Eva, y de Adán, fuimos expulsados de la casa paradisíaca. Y desde entonces vivimos en el valle del destierro. Somos herederos de una maldición. Desde esta tierra evocamos a nuestra primera madre, Eva. Pero, también desde esta tierra de destierro volvemos los ojos y los clamores a la nueva Eva. A ella clamamos. Ella puede liberarnos.
Los ojos de María
Pedimos a María que fije sus ojos en nosotros. Sus ojos destilan misericordia. Ese es su color, su identidad, su aroma: ¡ojos misericordiosos! Aquella que halló gracia a los ojos de Dios, tiene gracia y misericordia en sus ojos. Su mirada es capaz de restaurarnos, de devolvernos la vida, la esperanza, el consuelo.
“¡Vuelve a nosotros esos tus ojos!”. Es como si María tuviera sus ojos vueltos hacia otra parte, hacia su Dios, hacia su Hijo. Es como si María tuviera los ojos encendidos en el fuego del Espíritu y se olvidara de nuestra situación. ¿Qué le ocurrirá a María, por qué no dirige a nosotros sus ojos? Podríamos muy bien pensar que María oculta sus ojos porque llora.
El pueblo, y cada uno de nosotros, que esto percibimos, le pedimos que vuelva a nosotros sus ojos, su mirada. Pero no sólo sus ojos, sino “esos tus ojos misericordiosos”. Le suplicamos una mirada comprensiva, amorosa, reconciliadora.
María es Consuelo, Vida. Recurrir a ella es encontrar razones para vivir, para seguir viviendo.
Abogada nuestra
Ella es abogada. Evocamos a esas jóvenes abogadas de hoy, ejecutivas, activas, intuitivas, cercanas a las causas de los pobres y marginados. María es nuestra. Nuestra abogada. Aboga por nosotros cuando estamos como perdidos, cuando el mal nos afecta e incluso cuando somos culpables. Ella es misericordiosa, amorosa, clemente, inteligente.
¡Muéstranos a Jesús!
Desde que se formuló el Ave María se le pide a ella que ruegue por nosotros “ahora y en la hora de nuestra muerte”. Se tiene la convicción de que María intercede por quien recurre a ella. Y que esa intercesión será especialmente valiosa e intensa en el momento de la muerte. Sabe el creyente que María no lo abandonará en ese momento de Pascua, de Tránsito. Que al igual que estuvo presente junto a la Cruz de Jesús en su Pascua, estará presente en todos los “pasos” de la vida de sus hijos e hijas, de las personas que se entregan a ella con amor.
En la Salve se da un paso más, en la súplica. Ya no se pide únicamente a María su presencia en el momento de la muerte, sino que “después de este destierro”, nos muestre a Jesús, “fruto bendito de su vientre”. Aquí se expresa que hay una continuidad entre el tiempo y la eternidad. Esperamos que exista esa continuidad. Y que la muerte no interrumpa las relaciones, sino que las potencie.
Con María el cielo se hace más familiar, más cercano. El creyente desea que en el cielo siga ejerciendo la función que ella ha ejercido en su experiencia.
No quisiéramos un cielo totalmente desconectado de la tierra. Quisiéramos que aquello que nos anticipa el cielo en la tierra, sea prolongado en el cielo. No quisiéramos que el cielo fuera un borrón y cuenta nueva. Si María nos ha mostrado a Jesús aquí abajo, que nos lo muestre también allá arriba, en el cielo.
Si decir “te quiero” es decir “tú no morirás”, si la fe en la resurrección tiene mucho que ver con la experiencia del amor, es obvio que la devoción amorosa a María es un grito de resurrección, un clamor de ascensión y glorificación...
(FUENTE: CiudadRedonda.com)
SANTA MADRE DEL CIELO, MARÍA...¡Jamás vencida por el desaliento...!
SANTA MARÍA, MÁMA DULCE Y BUENA...NUESTRA SANTA MADRE DEL AMÉN...:
Jamás vencida por el desaliento
Como en cada aspecto de mi vida, hasta en lo más insignificante, María se alza como faro que ilumina los caminos por los que debemos avanzar.... Ella se afrontó una vida semejante a la nuestra, tuvo que lidiar con los mismos problemas que a nosotros nos surgen. Sintió el cansancio, el dolor, la rutina al igual que cada persona, pero no me imagino a la Madre de Dios siendo víctima del desaliento.
Hay jornadas en las que vemos a algún hermano caer impotente bajo el peso de la rutina. Debemos ser entonces las manos de María, levantando a Jesús cuando aprendía a caminar, ayudándole a enfrentarse a cada tropiezo, siendo la protección materna para cualquiera que lo necesite. Sobre todo, aprendiendo a leer en clave evangélica cualquier acontecimiento por cansino que pueda parecer.
Hay jornadas en las que el peso del hastío nos fatiga más que en otras, en que somos más proclives a desmoralizarnos. Es importante que en esos días recordemos que no estamos solos. Muchos han atravesado el mismo difícil camino; María fue una de ellos. Pero no una cualquiera. Ella nos brinda su apoyo y fortaleza con su testimonio, con su recuerdo, con su presencia cercana.
Como un faro luminoso...
Y. cuando no haya nadie que nos ayude a continuar, cuando el cansancio nos haga una mella más profunda, debemos mirar al futuro con la esperanza y la fe de María, que conocía a su hijo y creía en él antes de que se revelara al mundo. Debemos recordar que la rutina pasará, como siempre pasa, abandonar el abatimiento como la Virgen y los apóstoles lo hicieron y salir al mundo.
Hay un tipo de rutina distinto al desaliento, una rutina que no llena el alma de cansancio ni llena los ojos de telarañas. Existe la rutina alegre del que se levanta cada día y sabe que será igual que los demás y. por ello, será maravilloso. Es la costumbre del que siente hace algo útil con su vida y atesora cada momento y cada persona no como uno más sino como algo único. Es la inercia del que se da a los demás como se dio Jesús al mundo, como se dio Mana a Dios Es la fuerza de vida que hace que el cansancio desaparezca. Porque el cansancio y la apatía son los verdaderos riesgos. La costumbre nacida de Dios como la de María, produce gozo es motivo de agradecimiento...
Jamás vencida por el desaliento
Como en cada aspecto de mi vida, hasta en lo más insignificante, María se alza como faro que ilumina los caminos por los que debemos avanzar.... Ella se afrontó una vida semejante a la nuestra, tuvo que lidiar con los mismos problemas que a nosotros nos surgen. Sintió el cansancio, el dolor, la rutina al igual que cada persona, pero no me imagino a la Madre de Dios siendo víctima del desaliento.
Hay jornadas en las que vemos a algún hermano caer impotente bajo el peso de la rutina. Debemos ser entonces las manos de María, levantando a Jesús cuando aprendía a caminar, ayudándole a enfrentarse a cada tropiezo, siendo la protección materna para cualquiera que lo necesite. Sobre todo, aprendiendo a leer en clave evangélica cualquier acontecimiento por cansino que pueda parecer.
Hay jornadas en las que el peso del hastío nos fatiga más que en otras, en que somos más proclives a desmoralizarnos. Es importante que en esos días recordemos que no estamos solos. Muchos han atravesado el mismo difícil camino; María fue una de ellos. Pero no una cualquiera. Ella nos brinda su apoyo y fortaleza con su testimonio, con su recuerdo, con su presencia cercana.
Como un faro luminoso...
Y. cuando no haya nadie que nos ayude a continuar, cuando el cansancio nos haga una mella más profunda, debemos mirar al futuro con la esperanza y la fe de María, que conocía a su hijo y creía en él antes de que se revelara al mundo. Debemos recordar que la rutina pasará, como siempre pasa, abandonar el abatimiento como la Virgen y los apóstoles lo hicieron y salir al mundo.
Hay un tipo de rutina distinto al desaliento, una rutina que no llena el alma de cansancio ni llena los ojos de telarañas. Existe la rutina alegre del que se levanta cada día y sabe que será igual que los demás y. por ello, será maravilloso. Es la costumbre del que siente hace algo útil con su vida y atesora cada momento y cada persona no como uno más sino como algo único. Es la inercia del que se da a los demás como se dio Jesús al mundo, como se dio Mana a Dios Es la fuerza de vida que hace que el cansancio desaparezca. Porque el cansancio y la apatía son los verdaderos riesgos. La costumbre nacida de Dios como la de María, produce gozo es motivo de agradecimiento...
Oración por un Hermano Enfermo...
Señor:
Aquél, a quien tanto amas, está enfermo,
y Tú vas a curarlo
porque eres el médico
y la medicina de Dios.
Por eso te damos gracias...
...
Sólo Tú posees el secreto
de la salud y de la vida...
Regala a nuestro hermano MARIO ROBERTO
la verdadera salud, que eres Tú mismo,
la única salud que eres Tú.
Porfavor Señor, Cura su cuerpo
con el contacto sanador del Tuyo,
anima su espíritu
con la fuerza curativa de Tu Espíritu.
Pero hazlo, Señor,
como Tú sabes y quieres hacerlo,
a fin de que se cumpla en él plenamente
la voluntad el Padre...
Que la cruz de nuestro hermano
sea una participación en tu cruz;
así su dolor será fecundo
y se convertirá para él
en fuente de vida nueva...
Señor, nosotros queremos a MARIO ROBERTO
nuestro hermano,
Tú lo sabes.
Él es miembro de nuestra
familia y comunidad...
Es miembro de Tu Cuerpo.
Confirma su fe,
alienta su esperanza...
Dale la alegría de vivir
el misterio de Tu Pascua gloriosa.
Y por intercesión de María,
Nuestra Madre,
muéstrale la grandeza de su misión
en este momento de su vida.
Y a él y a nosotros, Señor,
haznos fuertes en el amor perfecto.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
Amén.
Aquél, a quien tanto amas, está enfermo,
y Tú vas a curarlo
porque eres el médico
y la medicina de Dios.
Por eso te damos gracias...
...
Sólo Tú posees el secreto
de la salud y de la vida...
Regala a nuestro hermano MARIO ROBERTO
la verdadera salud, que eres Tú mismo,
la única salud que eres Tú.
Porfavor Señor, Cura su cuerpo
con el contacto sanador del Tuyo,
anima su espíritu
con la fuerza curativa de Tu Espíritu.
Pero hazlo, Señor,
como Tú sabes y quieres hacerlo,
a fin de que se cumpla en él plenamente
la voluntad el Padre...
Que la cruz de nuestro hermano
sea una participación en tu cruz;
así su dolor será fecundo
y se convertirá para él
en fuente de vida nueva...
Señor, nosotros queremos a MARIO ROBERTO
nuestro hermano,
Tú lo sabes.
Él es miembro de nuestra
familia y comunidad...
Es miembro de Tu Cuerpo.
Confirma su fe,
alienta su esperanza...
Dale la alegría de vivir
el misterio de Tu Pascua gloriosa.
Y por intercesión de María,
Nuestra Madre,
muéstrale la grandeza de su misión
en este momento de su vida.
Y a él y a nosotros, Señor,
haznos fuertes en el amor perfecto.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
Amén.
martes, 19 de junio de 2012
«Sed santos, porque yo soy santo» (Lv 19,2)
«Sed santos, porque yo soy santo» (Lv 19,2)
Todos sabemos que existe un Dios que nos ama, que nos ha creado. Podemos acudir a él y pedirle: «Padre mío, ayúdame. Deseo ser santa, deseo ser buena, deseo amar. La santidad no es un lujo para unos pocos, ni está restringida sólo a algunas personas. Está hecha para ti, para mí y para todos. Es un sencillo deber, porque si aprendemos a amar, aprendemos a ser santos.
El primer paso para ser santo, es desearlo. Jesús quiere que seamos tan santos como su Padre. La santidad consiste en hacer la voluntad de Dios con alegría. Las palabras «deseo ser santo» significan: quiero despojarme de todo lo que no sea Dios; quiero despojarme y vaciar mi corazón de cosas materiales. Quiero renunciar a mi voluntad, a mis inclinaciones, a mis caprichos, a mi inconstancia y ser un esclavo generoso de la voluntad de Dios.
Con una total voluntad amaré a Dios, optaré por Él, correré hacia Él, llegaré a Él y lo poseeré. Pero todo depende de las palabras, «Quiero» o «No quiero». He puesto toda mi energía en la palabra «Quiero»
¡OH, CÒMO ES BELLO ESTAR CON JESÙS Y NUESTRA DULCE MÀMA, AÙN EN MEDIO DE MIL TORMENTOS...!
¡OH, CÒMO ES BELLO ESTAR CON JESÙS Y NUESTRA DULCE MÀMA, AÙN EN MEDIO DE MIL TORMENTOS...!
"Doliente Màma mía, llorando te suplico que no permitas que por ahora Jesús nos sea quitado de nuestra mirada. Espera que primero me encierre en Jesús para tomar su Vida en mí,. Si Tú no puedes vivir sin Jesús, que eres la Sin Mancha, la Santa, la Llena de Gracia, mucho menos yo que soy la debilidad, la miseria, la llena de pecados, ¿Cómo puedo vivir sin Jesús? Ah Mamá dolorosa, no me dejes sola, llévame contigo; pero antes deposítame toda en Jesús... Vacíame de todo para poder poner a todo Jesús en mí, así como lo has puesto en Ti. Comienza conmigo el oficio materno que Jesús te diò estando en la cruz, y abriendo mi pobreza extrema una brecha en tu corazón materno, con tus mismas manos maternas enciérrame toda, toda en Jesús... Encierra en mi mente los pensamientos de Jesús, a fin de que ningún otro pensamiento entre en mí... Encierra los ojos de Jesús en los míos, a fin de que jamás pueda huir de mi mirada... Pon su oído en el mío, para que siempre lo escuche y cumpla en todo su Santísimo Querer... Su rostro ponlo en el mío, a fin de que mirando aquel rostro tan desfigurado por amor mío, lo ame, lo compadezca y repare... Pon su lengua en la mía para que hable, rece y enseñe con la lengua de Jesús...Sus manos en las mías para que cada movimiento que yo haga y cada obra que realice tomen vida de las obras y movimientos de Jesús... Pon sus pies en los míos, a fin de que cada paso que yo dé sea vida para las otras criaturas, vida de salvación, de fuerza, de celo para todas las criaturas.
Desolada Màma, mira a la pequeña hija tuya, soy demasiado pequeña, y por mi sola ni puedo ni quiero vivir... Ponme sobre tus rodillas y estréchame entre tus brazos maternos, haz conmigo de Màma, tengo necesidad de guía, de ayuda, de sostén, mira mi pobreza y sobre mis llagas derrama una lágrima tuya, y cuando me veas distraída estréchame a tu corazón materno, y vuelve a llamarme a la Vida de Jesús...
Mi Santìsima Màma, te ruego que me encierres en Tù corazòn y en el corazón de Tù santísimo Jesús, y Tú doliente Màma mía, hazme de centinela a fin de que Jesús no me ponga fuera de su corazón, y que yo, aunque lo quisiera, no me pueda salir. Por eso te beso tu mano materna y bendíceme..."
JESÙS...
“Vosotros, todos los que me amáis, vengan a aprender el heroísmo del verdadero amor; vengan a apagar en mi sangre la sed de vuestras pasiones, la sed de tantas ambiciones, de tantas vanidades y placeres, de tanta sensualidad; en esta mi sangre encontraréis el remedio a todos vuestros males.”
Día litúrgico: Martes XI del tiempo ordinario, 19 de Junio del 2012 ¡El amor perfecto de Jesús!
"Un amor que va más allá de mi pobre entendimiento... ¡Es tan único...!... ¡El amor perfecto de Jesús! ¡El INENTENDIBLE AMOR DE JESÚS!"
Rileguz
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO
Día litúrgico: Martes XI del tiempo ordinario, 19 de Junio del 2012
Texto del Evangelio (Mt 5,43-48):
"En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo’. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial»..."
MEDITACIÓN:
Hoy, Cristo nos invita a amar. Amar sin medida, que es la medida del Amor verdadero. Dios es Amor, «que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos» (Mt 5,45). Y el hombre, chispa de Dios, ha de luchar para asemejarse a Él cada día, «para que seáis hijos de vuestro Padre celestial» (Mt 5,45). ¿Dónde encontramos el rostro de Cristo? En los otros, en el prójimo más cercano. Es muy fácil compadecerse de los niños hambrientos de Etiopía cuando los vemos por la TV, o de los inmigrantes que llegan cada día a nuestras playas. Pero, ¿y los de casa? ¿y nuestros compañeros de trabajo? ¿y aquella parienta lejana que está sola y que podríamos ir a hacerle un rato de compañía? Los otros, ¿cómo los tratamos? ¿cómo los amamos? ¿qué actos de servicio concretos tenemos con ellos cada día?
Es muy fácil amar a quien nos ama. Pero el Señor nos invita a ir más allá, porque «si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener?» (Mt 5,46). ¡Amar a nuestros enemigos! Amar aquellas personas que sabemos —con certeza— que nunca nos devolverán ni el afecto, ni la sonrisa, ni aquel favor. Sencillamente porque nos ignoran. El cristiano, todo cristiano, no puede amar de manera “interesada”; no ha de dar un trozo de pan, una limosna al del semáforo. Se ha de dar él mismo. El Señor, muriéndose en la Cruz, perdona a quienes le crucifican. Ni un reproche, ni una queja, ni un mal gesto...
Amar sin esperar nada a cambio. A la hora de amar tenemos que enterrar las calculadoras. La perfección es amar sin medida. La perfección la tenemos en nuestras manos en medio del mundo, en medio de nuestras ocupaciones diarias. Haciendo lo que toca en cada momento, no lo que nos viene de gusto. La Madre de Dios, en las bodas de Caná de Galilea, se da cuenta de que los invitados no tienen vino. Y se avanza. Y le pide al Señor que haga el milagro. Pidámosle hoy el milagro de saberlo descubrir en las necesidades de los otros....
Rev. D. Iñaki BALLBÉ i Turu (Rubí, Barcelona, España)
"LA FE DOLOROSA DE MARÍA JUNTO A LA CRUZ"
LA FE DOLOROSA DE MARÍA JUNTO A LA CRUZ
María estaba junto a la cruz... Su Hijo agonizaba sobre aquel madero como un condenado. ¡Cuán grande, cuán heroica en esos momentos la obediencia de la fe demostrada por Maria ante los insondables designios de Dios! ¡Cómo se abandona en Dios sin reservas! (RM, 18).
La fe dolorosa de María llega a su culmen cuando ella se encuentra de pie junto a la cruz de Su Hijo. Allí «Se condolió vehementemente con Su Hijo», allí «Se asoció con corazón de madre a su sacrificio», allí «Consintió con amor en la inmolación de la víctima engendrada por ella misma» (LG, 58). Es admirable ver la entereza de María, expresada por las palabras del evangelista: «Estaba de pie junto a la cruz de Jesús» (Jn 19, 25). Allí María no era una mujer pasiva, que se dejaba llevar por la violencia y vehemencia de los más dispares sentimientos. Allí María era una mujer dueña de sí misma, consciente de su función. Nada la separó de Su Hijo: con-sufrió su misma pasión; se asoció como madre a Su sacrificio, y dió su sí a la radicalidad de amor de Su Hijo, que amó sin calcular las consecuencias, hasta el extremo. La pasión cruenta de Su Hijo tuvo una réplica exacta en la pasión incruenta de la madre. En ese trance amargo Maria vive desde la fe. Ella ve que, aparentemente, se desmienten aquellas palabras del ángel: «El será grande, el Señor Dios le dará el trono de David... Reinará sobre la casa de Jacob por los siglos de los siglos y su reino no tendrá fin». María asiste al fin de Jesús. Es verdad que sobre la cruz habían colocado un rótulo que decía «Jesús Nazareno, Rey de los Judíos» (Jn 19, 19; Mc 15, 26); no se trataba de un título honorífico, sino de una forma sarcástica de hacer público el motivo de su condena. ¡Este es el fin del reino de Jesús! Maria cree, sin embargo, que la palabra de Dios se cumplirá. Por eso no huye, como los discípulos. Por eso participa en la más profunda kénosis de la fe que se haya dado en la historia de la humanidad. María acepta la espada (RM, 18). Si, en el origen de la humanidad, la mujer se había amigado con la serpiente convirtiéndose en madre de la muerte, ahora, en la plenitud de los tiempos, la mujer entra en enemistad con la serpiente, actúa desde la obediencia de la fe, una fe heroica, se abandona a Dios sin reservas y así se convierte en madre del discípulo amado, nueva Eva, «madre de los vivientes».
ORACIÓN:
Padre de la vida, Tú no quieres la muerte de tus hijos, ni te recreas en la destrucción de tus criaturas; Tú eres compasivo y misericordioso; por eso, com-padeciste la muerte de Tu Hijo Jesús; en su muerte te quedaste sin palabra; un misterioso abandono entró en Tu misterio trinitario y María se convirtió en el rostro materno de Tu soledad, en el símbolo femenino de tu compasión...
Concédenos, a imitación de ella, vivir estrechamente unidos a Ti, aun en medio de las más serias dificultades; haz que, fijando nuestro corazón en Ti, no temamos el rostro horrible de la muerte. Por Jesucristo, Nuestro Señor.
AMÉN
Día litúrgico: Lunes XI del tiempo ordinario, 18 de Junio del 2012 "Ojo por ojo y diente por diente"’
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO
Día litúrgico: Lunes XI del tiempo ordinario, 18 de Junio del 2012
Texto del Evangelio (Mt 5,38-42):
"En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda».
MEDITACIÓN:
Hoy, Jesús nos enseña que el odio se supera en el perdón. La ley del talión era un progreso, pues limitaba el derecho de venganza a una justa proporción: sólo puedes hacer al prójimo lo que él te ha hecho a ti, de lo contrario cometerías una injusticia; esto es lo que significa el aforismo de «ojo por ojo, diente por diente». Aun así, era un progreso limitado, ya que Jesucristo en el Evangelio afirma la necesidad de superar la venganza con el amor; así lo expresó Él mismo cuando, en la Cruz, intercedió por sus verdugos: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34).
No obstante, el perdón debe acompañarse con la verdad. No perdonamos tan sólo porque nos vemos impotentes o acomplejados. A menudo se ha confundido la expresión “poner la otra mejilla” con la idea de la renuncia a nuestros derechos legítimos. No es eso. Poner la otra mejilla quiere decir denunciar e interpelar a quien lo ha hecho, con un gesto pacífico pero decidido, la injusticia que ha cometido; es como decirle: «Me has pegado en una mejilla, ¿qué, quieres pegarme también en la otra?, ¿te parece bien tu proceder?». Jesús respondió con serenidad al criado insolente del sumo sacerdote: «Si he hablado mal, demuéstrame en qué, pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?» (Jn 18,23).
Vemos, pues, cuál debe ser la conducta del cristiano: no buscar revancha, pero sí mantenerse firme; estar abierto al perdón y decir las cosas claramente. Ciertamente no es un arte fácil, pero es el único modo de frenar la violencia y manifestar la gracia divina a un mundo a menudo carente de gracia. San Basilio nos aconseja: «Haced caso y olvidaréis las injurias y agravios que os vengan del prójimo. Podréis ver los nombres diversos que tendréis uno y otro; a él lo llamarán colérico y violento, y a vosotros mansos y pacíficos. Él se arrepentirá un día de su violencia, y vosotros no os arrepentiréis nunca de vuestra mansedumbre».
Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Sant Quirze del Vallès, Barcelona, España)
ORAR PARA LLEGAR A SER QUIEN DIOS HA SOÑADO QUE SEAS...
EL PODER DE LA ORACIÓN
ORAR PARA LLEGAR A SER QUIEN DIOS HA SOÑADO QUE SEAS...
Dios sueña. Nuestro buen Dios, cuyo rostro hemos conocido en la persona de Jesús de Nazareth, es Dios-que-sueña. Esto lo sabemos porque podemos contemplar, en Jesús, al soñador apasionado por el Reino de Dios, y Jesús mismo nos dice: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Jn 14, 8-9). Así que nuestro Padre Dios sueña con pasión.
Y tú eres parte del sueño de Dios. Dios te ha soñado y has sido llamado a la vida para llegar a ser quien Él sueña que seas.
♦ Por eso, orar es entrar en su presencia, para estar con Él y en Él.
♦ Oramos tomando conciencia de que habitamos en su amor soñador que nos hace vibrar y nos contagia para que soñemos también como sueña Jesús.
♦ Oramos, porque hemos puesto nuestra confianza en el anhelo de Jesús.
Oramos porque Jesús confía en nosotros y nos invita a ser parte de su anhelo de amor y justicia, de nueva humanidad en todas partes.
♦ Oramos porque Jesús nos llama y nos invita a estar con Él.
♦ Oramos para estar con Jesús y sintonizar con su corazón soñador.
♦ Oramos para indignarnos con lo que a Jesús indigna cuando exclama "Ay de vosotros..." contra quienes practican, en nombre de Dios, la hipocresía y el abuso (Mt 23, 14-36).
♦ Oramos para actuar con valentía y como actúa Jesús cuando se enfrenta en el templo a quienes buscan sólo su propio beneficio a costa de lucrarse con la fe de los demás (Jn 2, 13-22).
♦ Oramos para amar; con ese amor apasionado que siente Jesús hacia Dios. Ese amor que le hace soñar que sea Dios quien reine en la vida, aun por encima de sus gustos y deseos personales. Ese amor por el que puede exclamar primero "Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú." (Mt 26,39) y después, en medio de la más honda angustia y dolor, poder seguir gritando ¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?, esto es: «¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?» (Mt 27, 46). Sólo por pasión es que Jesús pudo morir gritando: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu» (Lc 23,46). El amor apasionado de Jesús le hace anhelar que Dios reine, lo mismo cuando hay serenidad y certezas que cuando hay dolor y confusión. Que Dios reine y sus deseos se cumplan en la historia, en todos y cada uno de los momentos más significativos de la vida humana... Desde el nacimiento hasta lo más misterioso de la muerte.
♦ Oramos para amar, con el amor apasionado de Jesús, a las personas, a la creación toda. En los gestos de Jesús descubrimos los gestos del Dios apasionado por la vida, por la libertad, por la justicia, por la fraternidad y por el amor hasta el límite. Jesús ama y pasa la vida haciendo el bien. Devuelve la vida a Lázaro (Jn 11, 1-44), al hijo de la viuda de Naím (Lc 7, 12ss); se desvive sirviendo y curando (Mc 6, 31ss), incluye en su vida a los marginados y rechazados (Lc 7, 36-40; 10,29-37; 15, 2) y consuela y anima sin cesar diciendo "no tengáis miedo" (Mt 10, 26).
Por eso también en Jesús tenemos el modelo para seguir en la vida: El modo de ser y relacionarse consigo mismo en libertad, de relacionarse con Dios en la plena confianza, de relacionarse con los demás en el amor fraterno y en la amistad generosa y el modo de relacionarse con la creación en la responsabilidad y la solidaridad.
46 Jornada Mundial de Oración por las vocaciones - Jueves 25 de Marzo del 2010
(Fuente: CiudadRedonda.com)
CARTA DE UN HIJO A SUS PADRES...
CARTA DE UN HIJO A SUS PADRES...
Querido papá (mamá):
No me des todo lo que te pida,
a veces sólo pido para ver hasta cuánto puedo tomar y hasta donde puedo llegar...
No me grites, te respeto menos cuando lo haces,
y me enseñas a gritar a mí también, y yo no quiero hacerlo.
No des siempre órdenes...
Si en vez de órdenes a veces me pidieras las cosas con suavidad y dulzura yo lo haría más rápido y con más gusto...
Cumple las promesas, buenas o malas...
Si me prometes un premio dámelo,
pero también cumple si fuese un castigo...
No me compares con nadie,
especialmente con mis hermanos...
Si tu me haces lucir mejor que los demás alguien va a sufrir,
y si me haces lucir peor que los demás seré yo quien sufra...
No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer:
decídete y mantén esta decisión...
Déjame valerme por mí mismo,
sí tu haces todo por mí yo nunca podré aprender...
No digas mentiras delante de mí ni me pidas que las diga por ti,
aunque sea para sacarte de un apuro...
Me haces sentir mal y perder la fe en lo que me dices...
Cuando yo hago algo malo no me exijas que te diga por qué lo hice... ¡A veces ni yo mismo lo sé...! Ten la paciencia de explicarme la diferencia entre lo bueno y lo malo...
Cuando estés equivocado en algo admítelo
y crecerá la opinión que yo tengo de ti.
Sólo así me enseñarás a admitir mis equivocaciones también.
No me digas que haga una cosa si tu no la haces ni me das el ejemplo...
Yo aprenderé y haré siempre lo que tu hagas aunque no lo digas,
pero nunca haré lo que tu digas y no hagas... Recuerda que me gusta imitar tu comportamiento...
Enséñame a amar y conocer a Dios y a María nuestra Máma,
no importa si en el colegio me quieren o no quieren enseñar
porque de nada vale si yo veo que tu no conoces ni amas a Dios.
Cuando te cuente un problema mío no me digas:
"No tengo tiempo para boberías o eso no tiene importancia o ahorita no puedo..." ¿Escúchame porfavor pues en ocaciones me siento solo y también con miedo...
Trata de comprenderme y ayudarme...
Y quiéreme, díme que me amas... Hazlo cuantas veces puedas. Necesito y me gusta oírtelo decir aunque tu no creas que sea necesario decírmelo...
Gracias papá...Gracias mámá por atender a estas letras que les escribo...
Un(a) hijo(a) que les ama...
LA ORACIÓN DE UN PADRE
LA ORACIÓN DE UN PADRE
Dame: ¡Oh Dios!
Un hijo que sea lo bastante fuerte para saber cuándo es débil y lo bastante valeroso para enfrentarse consigo mismo cuando sienta miedo...
Un hijo que sea orgulloso e inflexible en la derrota honrada y humilde y magnánimo en la victoria...
Dame, Oh Señor,
Un hijo que nunca doble la espalda cuando debe erguir el pecho; Un hijo que sepa conocerte a ti y conocerse a sí mismo, que es la piedra fundamental de todo conocimiento...
Condúcelo, mi buen Jesús te lo ruego, no por el camino cómodo y fácil, sino por el camino áspero, aguijoneado por las dificultades y los retos...
Allí, déjalo aprender a sostenerse firme en la tempestad y a sentir compasión por los que fallan...
Dame, Te lo suplíco, Padre,
Un hijo cuyo corazón sea claro, cuyos ideales sean altos...
Un hijo que se domine a sí mismo antes de pretender dominar a los demás...
Un hijo que aprenda a reir pero que también sepa llorar,
Un hijo que avance hacia el futuro, pero que nunca olvide el pasado...
Y después, que le hayas dado todo esto te suplico, con todo mi corazón, entregarle suficiente sentido del buen humor, de modo que pueda ser siempre serio, pero que no se tome a sí mismo demasiado en serio...
Dale humildad para recordar siempre la sencillez de la verdadera sabiduría, la mansedumbre de la verdadera fuerza...
Entonces, yo su padre (Madre), me atreveré a murmurar:
¡No he vivido en vano!
¡Gracias, Señor Jesús y Padre Eterno, por escuchar mi plegaria!
Así sea, Señor, si esa fuere Tu Voluntad...
"Dia del Padre..."
ESPECIALMENTE PARA AQUELLOS QUE SON PAPÁS...
PARA AQUELLOS QUE HAN RECIBIDO LA BENDICIÓN DE TOMAR ESTE LUGAR...
PARA AQUELLAS MADRES VALIENTES QUE LUCHAN SOLAS Y A QUIENES DIOS LES ASIGNÓ UN DOBLE PAPÉL: ¡Dios les bendiga a todos...!
"Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Fui yo quien enseñé a andar a Efraín, y lo tomé en mis brazos; pero no han comprendido que era yo quien los cuidaba. Con cuerdas de ternura, con lazos de amor, los atraía; fui para ellos como quien levanta a un niño hasta sus mejillas o se inclina hacía él para darle de comer" (Os 11,1-4).
Conocemos muy bien a un bebé, muchas veces lo hemos sostenido en los brazos. Su fragilidad despierta en nosotros los más nobles sentimientos de afecto. Sus ojos deslumbrados por la luz y su boca entreabierta que busca el alimento nos hacen apreciar los dones más elementales de Dios para la vida. La ternura con que lo miran sus padres nos hace penetrar en el más puro signo de los valores humanos. Su debilidad lo hace más fuerte que nuestras seguridades de adultos; su invalidez, más deseable que cualquier riqueza; su indigencia más necesaria que nuestras llenuras. Ese bebé es la gloria de sus padres y, me atrevería a decir, es también la gloria de la humanidad: en su pequeñez resplandece, sin velos, todo lo que es más valioso del hombre.
En los padres que lo aman y cuidan de él, desde pequeño descubre la fidelidad y la esperanza. Cuando se sabe querido y se da cuenta de que sus necesidades son atendidas por quienes lo trajeron a este mundo, aun sin poder expresarlo todavía, se va formando la conciencia de que su vida humana es algo muy valioso, un tesoro sagrado que nadie puede arrebatarle.
La paternidad es un don muy valioso que Dios concede a los hombres, de Él los seres humanos debemos aprender a ser padres o madres. Por puro amor Él nos ha dado la vida, sin buscar un interés para sí mismo, excepto la dicha de amarnos como Padre y de vernos crecer como sus hijos. Él nos educa con una ley que no ha impuesto como un capricho de quien tiene el mando, sino solo para nuestro bien, porque de nuestra conducta Él no puede sacar ningún provecho. Como Padre nos ha corregido, con firmeza cuando era necesario, para acogernos de nuevo con misericordia cuando nos hemos alejado. Con amorosa providencia ha estado a nuestro lado en cada momento, con su presencia silenciosa, atendiendo a todo cuanto de verdad necesitamos; pero sin concedernos lo que nos ilusionaba conseguir cuando se trataba de caprichos.
Y es Él quien nos acompaña como el guía del camino por medio de su Hijo ("Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre sino por mí", Jn 14,16) hasta que al final de la vida en este mundo entremos a vivir en su casa, que será también la nuestra para siempre. La paternidad divina es la fuente de la paternidad humana.
Un buen padre no da todo hecho a sus hijos. Aquel que dice: "Yo no permito que nunca les falte nada, para que no sufran como yo", en el fondo les está impidiendo construir su propia vida. Con esta conducta los bloquea, de modo que no puedan madurar y aprender a afrontar los problemas que el mundo de seguro les pondrá delante. ¿Y que harán de adultos, cuando ellos deban tomar las riendas de su propia existencia? ¿Y qué cuando el papá les falte? Otra cosa es dar a un hijo lo necesario, sobre todo aquello de que, en su infancia, no es capaz por sí mismo: acompañarlo con cariño, ofreciéndole la orientación conveniente y enseñándole el camino de la moral y de los valores que deben tener peso en sus futuras decisiones.
Un padre digno de ese nombre sabe corregir a su hijo, no para descargar sobre él su ira porque éste no ha obedecido sus órdenes, sino movido por el amor para que el joven inexperto aprenda a evitar lo que le hará daño en su existencia. "Hijo mío, no rechaces la instrucción del Señor ni te enojes por su corrección, porque el Señor corrige a quién ama, como un padre a su hijo predilecto" (Prov 3, 11,12)
DIOS PADRE: NUESTRO AMOR Y EJEMPLO A SEGUIR
Los cristianos podemos descubrir en Dios Padre el único y mejor modelo para ejercer esta bellísima tarea, tratando de aprender de Él sus principales características:
DIOS PADRE ES AMOROSO:
Amor no egoísta sino generador, genera vida y de ahí su Nombre: "Yahvéh", que significa "Yo soy", es decir, "el que hace existir". El padre terreno también genera vida y debe estar abierto a esa fecundidad. Pero como dice el Catecismo de la Iglesia Católica: "la fecundidad… no solo se reduce a la sola procreación de los hijos, sino que debe extenderse también, a su educación moral y a su formación espiritual…" (2221)
"¡Gracias papá, por dar vida y por dar tu vida al entregarte por tus hijos para formarlos y educarlos según la voluntad de Dios!"
DIOS PADRE ES MISERICORDIOSO:
Porque a pesar de nuestro pecado y desobediencia, nos ofrece el perdón y busca que regresemos a Él. El padre de la tierra debe tener siempre presentes las palabras de San Pablo: "…. Y ustedes padres, no irriten a sus hijos, sino para educarlos, usen las correcciones y advertencias que puede inspirar el Señor" (Efesios 6,4) Educar y corregir, siempre con misericordia, como lo hace nuestro Padre del Cielo.
"¡Gracias papá, por aguantar y perdonar los errores y faltas de tus hijos; pero sobre todo, gracias, por corregirlos con amor, cada vez que están en peligro de apartarse del camino de Dios!"
DIOS ES PADRE PROVIDENTE:
Porque nunca se cansa de darnos todo lo necesario para seguir adelante. El padre terreno también provee, pero no basta conseguir para los hijos el dinero necesario para que no les falte nada material; proveer es también dar lo necesario para un desarrollo físico emocional, intelectual y espiritual. Recordando que el dinero debe estar al servicio de la familia, no la familia al servicio del dinero; ya Jesús lo dijo claramente: "… ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida…?
"¡Gracias papá, por dar todo lo necesario para comida, vestido, salud, estudios…. y, gracias también por las cosas materiales que has negado, así has enseñado a tus hijos a valorar el producto del trabajo humano, para que sean más conscientes y solidarios con los demás!"
DIOS ES PADRE FIEL:
Porque todo lo que nos promete, nos lo cumple. El papá de la tierra debe ser fiel también a todas sus promesas, comenzando por la que hizo ante el altar un día diciendo "prometo amarte y serte fiel en lo próspero y en lo adverso…" ; los hijos valoran y aprenden de la fidelidad de sus padres, más que de todos las palabras que les pudieran decir.
"¡Gracias papá, por ser siempre fiel a tus promesas; por tu presencia y constancia a pesar de tu cansancio!"
DIOS ES PADRE, GUIA Y MAESTRO:
Porque siempre pone en nuestro camino señales que nos lleven hacia Él y porque a través de su Hijo, nos ha dejado enseñanzas muy claras para vivir de acuerdo a su voluntad. El papá de la tierra es también guía y maestro, como lo dice el Catecismo: "…los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos…. El hogar es un lugar apropiado para la educación de las virtudes…. Es una grave responsabilidad para los padres dar buenos ejemplos a sus hijos." (#2223)
"¡Gracias papá por enseñar a tus hijos a vivir; gracias sobre todo, por enseñarlos a amar a Dios sobre todas las cosas, haciendo del hogar una escuela de virtudes humanas, como el perdón, respeto, fidelidad, servicio, solidaridad…!"
¡FELIZ DÍA DEL PADRE...!
Dios les bendiga, queridos PAPÁS y con una especial dedicación y sentimiento de gratitud y amor a mi PAPÁ y a Dios por conservarlo aún a mi lado....¡GRACIAS PADRE...! ¡DIOS TE BENDIGA, PAPITO...!
CON AMOR EN CRISTO JESÚS:
RILEGUZ - Inentendible amor de Jesús
Día litúrgico: Domingo XI (B) del tiempo ordinario, 17 de Junio del 2012 "El grano de Mostaza"
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO
Día litúrgico: Domingo XI (B) del tiempo ordinario, 17 de Junio del 2012
Texto del Evangelio (Mc 4,26-34):
"En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega».
Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra». Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado..."
MEDITACIÓN:
Hoy, Jesús nos ofrece dos imágenes de gran intensidad espiritual: la parábola del crecimiento de la semilla y la parábola del grano de mostaza. Son imágenes de la vida ordinaria que resultaban familiares a los hombres y mujeres que le escuchan, acostumbrados como estaban a sembrar, regar y cosechar. Jesús utiliza algo que les era conocido —la agricultura— para ilustrarles sobre algo que no les era tan conocido: el Reino de Dios.
Efectivamente, el Señor les revela algo de su reino espiritual. En la primera parábola les dice: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra» (Mc 4,26). E introduce la segunda diciendo: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios (…)? Es como un grano de mostaza» (Mc 4,30).
La mayor parte de nosotros tenemos ya poco en común con los hombres y mujeres del tiempo de Jesús y, sin embargo, estas parábolas siguen resonando en nuestras mentes modernas, porque detrás del sembrar la semilla, del regar y cosechar, intuimos lo que Jesús nos está diciendo: Dios ha injertado algo divino en nuestros corazones humanos.
¿Qué es el Reino de Dios? «Es Jesús mismo», nos recuerda Benedicto XVI. Y nuestra alma «es el lugar esencial donde se encuentra el Reino de Dios». ¡Dios quiere vivir y crecer en nuestro interior! Busquemos la sabiduría de Dios y obedezcamos sus insinuaciones interiores; si lo hacemos, entonces nuestra vida adquirirá una fuerza e intensidad difíciles de imaginar.
Si correspondemos pacientemente a su gracia, su vida divina crecerá en nuestra alma como la semilla crece en el campo, tal como el místico medieval Meister Eckhart expresó bellamente: «La semilla de Dios está en nosotros. Si el agricultor es inteligente y trabajador, crecerá para ser Dios, cuya semilla es; sus frutos serán de la naturaleza de Dios. La semilla de la pera se vuelve árbol de pera; la semilla de la nuez, árbol de nuez; la semilla de Dios se vuelve Dios»...
Fr. Faust BAILO (Toronto, Canadá)
¡GRACIAS PADRE...! Para Tí, Padre Santísimo del Cielo...
¡GRACIAS PADRE...!
Domingo 17 de Junio, DÍA DEL PADRE
(Para Tí, Padre Santísimo del Cielo siempre amándonos en una forma Inentendible... Siempre cerca, cuidando y llamándo a nuestro corazón...¡GRACIAS PADRE!)
Gracias padre, hoy te vengo a dar
He venido hasta tus pies
Solo para agradecer
Solo para darte gracias
Pues no encuentro otras palabras, en mi ser...
Gracias padre, yo se que te he hecho llorar
Al ser un mal agradecido,
Al no haberte obedecido
Y aun así tu amor me has dado
Y aun así no me has dejado
No te has ido de mi lado, y hoy te vengo a dar.
Gracias padre, por tu amor en una cruz
Por amarme de tal forma
Por mandar a Jesús, a tu hijo Jesús
Gracias padre, por tu amor y tu bondad
Por tu fuerza y tu amistad
Por ser un padre leal, siempre leal.
Gracias padre, por los pequeños y bellos detalles
Por casa cosa que me has dado
Por cada cosa que has negado
Y más que eso gracias padre, por ti mismo y lo que eres
Por ti mismo y como eres
Hoy te vengo a dar.
Gracias padre, por tu amor en una cruz
Por amarme de tal forma
Por mandar a Jesús, a tu hijo Jesús
Gracias padre, por tu amor y tu bondad
Por tu fuerza y tu amistad
Por ser un padre leal, siempre leal.
Gracias padre, por las buenas por las malas
Porque has estado a mi lado siempre
Por tu amor de Dios, mi Señor.
Gracias padre, gracias padre...
Gracias, gracias...
(Letra: Martín Valverde)
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