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martes, 12 de junio de 2012

“Tomad y comed: es mi cuerpo”. “Tomad y bebed: es mi sangre”.

 
“Tomad y comed: es mi cuerpo”. “Tomad y bebed: es mi sangre”. Palabras sencillas y acogedoras que encierran el misterio del Señor, que descansa en el altar antes de penetrar en nuestro corazón.
Son el signo elocuente de la ternura infinita....
En el altar de todas las iglesias, en el sagrario del templo más sencillo, en la custodia más artística que sale procesionalmente a la calle el día del Corpus, Jesús, el Salvador, el Señor, está verdaderamente presente. La Eucaristía es la más bella invención del amor de Cristo.
(Andrés Pardo)
Jesús es el anfitrión. Compartir la mesa es el gran símbolo de la convivencia, de la reconciliación, de la inclusión. Los banquetes son la mejor metáforadel Reino.
Quizá nos fijamos mucho en que el pan es Jesús y menos en que Jesús es pan.
Más en la adoración personal que en la comunión y el compromiso.
Comulgar con Jesús es aceptar ser pan compartido y repartido.
¿Cómo y con quién comparto el banquete de mi vida? ¿A quién siento a la mesa
de mi tiempo, mi amistad, mis intereses...? ¿A quién excluyo? ¿Por qué?
El pan y el vino de nuestra Eucaristía son signo de la entrega de Jesús,
y al alimentarnos de ellos son signo de nuestra propia entrega.
Celebrar la Eucaristía es la unión común entre Él y nosotros,
Como un banquete que se comparte entre amigos yfamiliares.
Recuperemos la Cena del Señor, comunidad de creyentes en torno a la lectura
y comprensión de la Palabra, la Fracción del Pan, la oración en común,
el compromiso vital con Jesús y con los demás...

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